viernes, 18 de noviembre de 2011

Día setenta y cinco. Los indignados de New York

New York anda en estos días revolteada con sus indignados, que fueron sacados a la fuerza del parque Zuccotti, en el centro comercial de esa ciudad. Insisten y se han mantenido con la voz en alto y con su protesta contra el sistema económico que señalan como responsable de la crisis.

El 15 de octubre pasado hubo una manifestación global de indignados. En algunos países siguen en pie de manera similar que en New York y Madrid. Igual, están siendo reprimidos.

¿Sirve para algo? Los resultados prácticos son difíciles de asumir, pero de que son una piedra en el zapato de un sistema que ha probado ser bastante injusto, lo son.

Aquí les dejo un vídeo realizado el día del desalojo de los indignados de New York, movimiento que han llamado "Occuped Wall Street". Lo interesante del vídeo es que mientras uno ve las imagenes de los policías esposando a los manfiestantes y empujandolos, suena de fondo la famosa canción de Frank Sinatra: New York, New York.

martes, 8 de noviembre de 2011

Día setenta y cuatro. Veinticinco horas de ocupación


Domingo 6 de noviembre, 9 de la noche. Comentaba una entrevista a la presentadora Zoila Luna en Twitter. Último día de vacaciones. Día de la Constitución. Pocos han mencionado algo al respecto. El presidente de la República ni siquiera fue a los actos conmemorativos en la ciudad de San Cristóbal. Recorre barrios. Lo usual cuando se está en campaña.

Viendo uno que otro twit me entero de una ocupación. ¿Ocupación de qué? ¿Por qué? Es el liceo República de Argentina, ubicado en la calle Mercedes casi esquina Duarte, en la ciudad colonial. Recuerdo el liceo, queda justo al frente de la Casa de las Academias. La Academia Dominicana de la Lengua donde trabaje unos meses…me desvío de la ocupación. ¿Quiénes ocupan y por qué?
En breve mis dudas empiezan a aclararse.

Por una cuenta de Twitter de un reportero del periódico El Caribe supe que eran unos jóvenes de un movimiento llamado La Revuelta. Uno de muchos. El grupo se denomina “Lxs Libertarixs” (supe al día siguiente que las equis se debían a un asunto de respeto de género…un recurso de ahorro para no decir las y los, y libertarios y libertarias). Empiezo a buscar en otras webs de periódicos. Nada. El único medio que cubre la ocupación es El Caribe.

Otros contactos de Twitter empiezan a dar información cuenta a gotas. La ocupación inició a las 7 de la noche. Sacaron al guachimán*. Era pacífica. A los pocos minutos me pasan el link de un blog en el que publicaron un manifiesto. Leo. El centro de su demanda es la exigencia de que se cumpla la ley que asigna el 4 por ciento del PIB a la Educación. Veo la foto en la página web de El Caribe. Dos rostros conocidos, uno de ellos leyendo una hoja que asumo es el manifiesto.

El Twitter revienta de opiniones a favor y en contra. Escribo que me parece una metida de pata. Alguien me pregunta el porqué. Respondo que una ilegalidad no se combate con otra ilegalidad. Dudo de mi argumento. Un periodista me dice en el Facebook que parece una acción política y no de reclamo social. Sí, es política y social, pero asumo que me habla de política partidaria. Sigo los comentarios en el twitter bajo el hangtag #Ocupación4%. Me pregunta un fotógrafo amigo, oriundo de Chile, que de que trata la ocupación, qué si son estudiantes. Le explico que no son estudiantes de liceo. Me dice que no entiende entonces el valor de la ocupación. Pienso lo mismo.

Doce y veinticinco de la madrugada. Me muestran fotos de las pésimas condiciones del centro escolar. Dicen que están ahí también para reclamar su reparación. En su manifiesto no señalaron eso como razón para ocuparlo. Ánimos caldeados entre la defensa de la ocupación y personas que consideran que no deberían reclamar un derecho afectando la docencia. Mucha información sin aclarar. La Policía rodea el liceo. Muchos expresan el temor de que traten de entrar a la fuerza a la edificación para desalojar el grupo. Me siento cansada. Decido apagar la laptop.

Lunes 7 de noviembre. En la mañana seguí las incidencias de la ocupación en las redes sociales y en los periódicos, que a poco, empezaron a cubrir la situación. Algunos se sumaron casi al mediodía. Los ocupantes habían dicho que iban a dar clases de Derecho y Ciudadanía, publicaron un programa en el blog donde habían dado a conocer su manifiesto. Estudiantes se sumaron a las exigencias.

Cuatro y media de la tarde. Hace media hora que me reintegré a las labores de la redacción después de casi tres semanas de vacaciones. Estoy cerca del liceo República de Argentina. Cuando llego encuentro un escenario de tensión. En la acera del plantel, que tiene las puertas cerradas con candados, un grupo que se identifica como profesores del liceo alzan letreros en los que se leen: “Devuélvanos la escuela”. Unos quince estudiantes le acompañan. Vociferan acusaciones en contra de los ocupantes. “¡¿Cuánto les pagaron para ocuparnos?!”.

En la acera del frente, los muchachos con banderas amarillas respondían con arengas a favor del 4 por ciento para la educación. Los periodistas van de un lado y del otro. Los estudiantes se apartan del grupo. Les tomó una foto. El transito se dificulta. Algunos conductores sacan las manos y muestran cuatro dedos. “Estamos de acuerdo con la lucha pero que nos devuelvan la escuela”, me dice una profesora. Un joven, que se identifica como parte del grupo, me dice que esas personas son mandadas por el partido oficial, que pertenecen al ayuntamiento. Empiezan los enfrentamientos verbales. Amenazas.

Pero nada sobrepasa la barrera de los gritos y media hora después los profesores se dispersan. Aprovecharon su protesta para arrancar de las paredes exteriores del liceo los carteles que los ocupantes habían colocado con la lista de exigencias. Los rompieron. El grupo de apoyo a los ocupantes empieza a recoger el estropicio de papeles y pedazos de cartulinas. Converso con una estudiante del liceo.

“Ellos nos están haciendo un favor a nosotros y nosotros tenemos que conservarlo y valorarlo. Tomarlo de las manos. Ellos no pueden hacerle lo que estaban haciendo, porque eso es una violencia. Muchas gente están diciendo que yo no soy de esta escuela. No saben lo que están diciendo, ellos no están valorando lo que ellos están haciendo, que nos están dando un apoyo y nosotros tenemos que apoyarlos a ellos y no a la escuela”. Habla con rapidez y agudeza. Se llama Paola.

Otra estudiante se acerca. “Se llena la escuela de agua y eso no puede ser. Se llena, llena. Y cuando se llena de agua hay que despachar. Tú me entiendes”. No logró preguntarle su nombre pues un grito desde dentro del liceo ocupado me llama la atención. “¡Auxilio! ¡Están entrando!”. De inmediato pienso en los policías. Los periodistas corremos a la parte trasera del plantel. Pero no son los policías, ellos siguen apostados en sus lugares, sin prestar atención al grupo que corríamos apurados. Sofocada entró al plantel junto a otros periodistas y los jóvenes que apoyaban a los ocupantes desde la acera frente al liceo.

Estoy en el patio. Paredes descascarada y ralladas. Ventanas rotas. Grafitis por todos lados. Agua posada. Parece una escuela abandonada. No puedo creer que ahí se de clases. No puedo creerlo. Estudié en una escuela pública. Esto es un chiquero. Una señora se identifica como directora de la regional educativa a la que pertenece el liceo. “Nosotros entramos porque tenemos llave”. Alza la mano derecha y enseña una pequeña llave color cobre. “Vinimos a hablar con ellos, pero no nos quieren escuchar”. Dice que hace una semana encontraron quien apadrinará el plantel, que iban a empezar a pintar. Miró a mí alrededor. Se necesita más que eso.

“¡Dejen de hablar mentiras!”, vocean los ocupantes desde el techo de la edificación. Un hombre que se identifica como comunitario discute con unos de los jóvenes. Los gritos de afuera se replican adentro.

“¿Por qué dejaron que este plantel llegará a estas condiciones?”, le pregunto a la directora regional. “Es que hace un tiempo queríamos remodelar, pero el Patrimonio Cultural nos dijo que la escuela era patrimonio de la zona colonial, que ellos debían decidir sobre eso. Estamos negociando con ellos”. “¿Pero desde cuando están negociando?” “Desde hace un tiempo”, me responde y da la vuelta. No pude preguntarle quienes eran los padrinos.

Luego de tomar fotos y fílmicas del tétrico lugar, camino hacia la puerta trasera del plantel. Está cerrada. La directora regional parece que hizo uso de la llave color cobre sin recordar que todos los periodistas seguíamos dentro. Mis colegas y yo llamamos a las redacciones e informamos de la situación. Nos sentamos en unas deterioradas butacas. Un señor que dice ser el presidente de la Federación de Asociaciones de Padres de Escuelas Públicas y Privadas, y que parecía tratar de ser intermediario de los muchachos, se me acerca. “Te voy a dar una primicia, ellos dicen que abandonan si logran un acuerdo firmado con la ministra de Educación”. Llamó a la redacción del periódico y paso el dato.

Diez minutos después se abre la puerta y los camarógrafos tratan de atrapar a la persona que, rauda y veloz, huye en un Toyota Carim gris. “Era uno de los del grupo de Educación”. Lo recuerdo. El de la camisa azul y corbata amarilla.

La calma regresa. No quedan rastros de las autoridades educativas. Los ocupantes siguen en el techo del liceo. La tensa calma regresa. Me marcho. A través de mi móvil ofrezco algunos detalles de lo sucedido. Son las seis de la tarde.

Seis y media de la tarde. Entro a la redacción. Mi editor interrumpe una conversación que mantiene en su móvil. “¿Es cierto que están entrando al liceo de manera violenta?”. “No, dejé todo tranquilo. No fue la policía. Eran representantes de la regional”, le informo. Tres minutos después se me acerca y me dice que la persona al teléfono había recibido esa información incierta. Le comento lo sucedido. “Hay que regresar más tarde a ver como sigue todo”, me apunta. En la redacción las opiniones a favor y en contra son parte de las conversaciones.

Enciendo el computador. Redacto. Vuelvo al Twitter. Las opiniones siguen. El rumor de una desocupación violenta tiene vigencia en las redes. Veo algunas actualizaciones relacionadas con los que ocupan el lugar y los que le apoyan. Me dicen que supuestamente han bloqueado sus smartphones, y por eso no están informando de lo que pasa. Algunos periodistas que quedaron en el lugar informan lo que sucede. Todo sigue tranquilo. En minutos todo parece tomar un giro. La ex presidenta de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), Maria Teresa Cabrera, y el sacerdote Pablo Mella van al Ministerio de Educación a llevar un documento de parte de los ocupantes. Salgo para el liceo.

Ocho y quince de la noche. Llegué tarde. Los ocupantes se habían marchado. Maria Teresa Cabrera me explica las condiciones de la desocupación. Educación se comprometió a reparar el liceo. ¿Y sobre la exigencia del 4 por ciento? No había ningún representante de los ocupantes a quien preguntarle. El vocero de la Policía saluda. Los agentes, que antes rodearon el lugar sin intervenir, entraban y salían del plantel. Una amiga periodista me saluda y conversamos.

Quince minutos después escribo en la redacción. Trato de que algún representante de Lxs Libertarixs me haga llegar el documento que enviaron a la ministra de Educación. No pude conseguirlo. “Desocupan liceo tras acuerdo con Educación” es el titulo de mi nota. La cierro. Mi amigo fotógrafo chileno me hace preguntas por el Facebook. Cuestiona el hecho de que terminaran acordando el arreglo del liceo para desocuparlo sin más. “No puedo creer que el objetivo haya sido el remozamiento del centro. Qué básico”, me escribe.

Apago el computador.




*Guachimán: agente privado de seguridad muy mal pagado y peor preparado.