martes, 22 de julio de 2014

Postales perredeístas

Un ejercicio de cálculo.

De acuerdo a las dos hojas timbradas del último boletín de la comisión organizadora de la trigésima convención del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), en esa organización hay 538,478 miembros inscritos en su padrón de electores.

Su presidente, al que una vez le apodaron "Mickey el que resuelve", ganó la reelección a ese cargo, de acuerdo con esta comisión, con 198,175 votos. Pero este apoyo a Miguel Vargas Maldonado parte de la base de 223,428 y estos, de un total de 225,402 votos computados.

Calculemos. Del total de inscritos en el padrón votó el 41.8 por ciento. Menos de la  mitad. Y de los inscritos y que votaron se validaron 41.4 por ciento.  Los votos obtenidos por Vargas Maldonado representan el 36.8 por ciento del total de inscritos en el padrón. 

Fin del ejercicio de cálculo.

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Foto Edward Roustand. Periódico El Caribe.

Domingo 19 de julio. Nueve y media de la mañana. Día de la convención del PRD. Emisión en vivo desde la Casa Nacional del partido blanco. Guido Gómez Mazara, el contrincante de Vargas, trata de entrar a votar. No lo logra. Se marcha. Minutos después se escuchan detonaciones de disparos. Todos al suelo. Total confusión.

Cuando se disipa la desbandada solo quedan los reporteros asustados, los policías y un nervioso reportero que continúa la transmisión en vivo. Desde el estudio le piden respuestas que no tiene. Repiten imágenes de lo sucedido. El vocero del PRD habla vía telefónica, desmiente lo que las imágenes habían mostrado. Discute con el presentador en estudio, conocido por su oficio de fotorreportero.

Minutos antes se había reportado dificultades en otros centros. Urnas robadas sin iniciar la votación. Hombres y mujeres rompiendo puertas porque no los dejan entrar a votar. Papeletas flotando en una piscina.

"La entrada era por atrás", dice el presidente de la comisión organizadora. A pocos pasos de él, el vocero del partido dice que "la entrada era por la parte delantera". "Pero Mariñez acaba de decir que era por la puerta de atrás", dice el reportero. "No lo escuché cuando lo dijo", expresa el vocero mostrando su rostro en la transmisión en vivo.

Los periodistas reclaman a ambos sobre una tarjeta de vídeo sustraída bajo amenazas a un camarografo y celulares arrebatados a reporteros. "Se les ve el refajo", les acusa el presidente de la comisión.

Se dice que el tiroteo inició porque alguien lanzó una botella. 

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Foto. Argénida Romero

El salón principal de la Casa Nacional del PRD tiene una decoración blanca y azul. El techo tiene unos bordes, endosados, donde una luz azul hace contraste. Son los colores del partido. Las sillas, blancas y de plástico, forman una especie de S decapitada. En la derecha, una hilera de fotos con los rostros de los fueron presidentes del partido sobre un espacio de color azul. A la izquierda, otra hilera de fotos, menos numerosa, con los rostros de los perredeístas que ocuparon la presidencia de la República. Hay cinco cuadros, pero deberían ser seis. Falta la foto de Hipólito Mejía, expulsado del partido por la actual dirección.

Son las cuatro de la tarde del domingo 19 de julio. Se espera una rueda de prensa. Algunos de los periodistas presentes han estado trabajando desde las 7 de la mañana. Comentan con los homólogos que se integran a la jornada algunos detalles de lo ocurrido en la mañana. Un camarógrafo fue amenazado con armas para que entregara su tarjeta de vídeo. La entregó. 

Es el boletín cero. No hay datos. Anuncian el primer boletín para las nueve de la noche. 

En pocos minutos el salón queda vacío. En los pasillos hay varios grupos de hombres, sentados y de pie. Algunos miran con recelo la fila de periodistas, fotografos y camarógrafos que abandonan el lugar. El vocero del partido, Víctor Gómez Casanova, sale de último. Afuera un reportero de televisión lo espera.

"De verdad que ha hecho un buen trabajo usted. Hay que felicitarlo", dice el reportero luego de estrechar la mano del vocero y mientras cruza su mirada con una reportera que se mantiene en silencio. "Nadie dijo que iba a ser fácil", responde Gómez Casanova y sigue caminando. El reportero lo sigue. La reportera se marcha en silencio.

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Guido Gómez Mazara. Foto Argénida Romero.

Siete de la noche. Varios grupos se mantienen de pie conversando frente a una casa de dos niveles, pintada de verde manzana. La calle es estrecha. Los vehículos que llegan no encuentran sitio donde parquear.

En la entrada de la casa ha sido colocado un comedor con un mantel blanco. Detrás de él están las seis sillas. Encima de la mesa están colocados los micrófonos. Los trípodes vacíos están frente a la mesa. Los camarógrafos esperan. Llega más gente. El ambiente es caluroso. 

Desde la galería de la casa, una señora de cabello blanco y manos temblorosas llena vasos con hielo y refresco. Le pasan los vasos a los periodistas, fotógrafos y camarógrafos. 

"¡Guido, presidente!", gritan al verlo salir desde la casa. Toma asiento. Anuncia que el proceso está dedicado a un "compañero y amigo" que murió el sábado en un accidente de transito, luego de trasladar materiales del proceso convencional, asegura. "Su madre me llamó y me dijo que votó". El joven muerto se llamaba Carlos Matos.

Luego dice que leerá su declaración. No hay hojas sobre la mesa. Pide el texto que no tiene. No hay una copia para él. Le piden a los periodistas que tiene copias de la hoja con el texto que "presten una". Una reportera levanta la hoja y dice que la presta "pero que se la devuelva". Guido lee la declaración. Acusa de fraude a Vargas, dice que sus abogados están listos para apelar el proceso ante el Tribunal Superior Electoral. Luego responde preguntas.

"A partir de ahora me siento presidente del PRD".

Da por terminada la rueda de prensa. La hoja queda sobre la mesa. La reportera la reclama. Se la devuelven.

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Miguel Vargas Maldonado. Foto Argénida Romero.

Nueve de la noche. El salón blanco y azul está nuevamente lleno de reporteros y periodistas. Primer boletín. Ofrecen los datos. Vargas Maldonado 87.3 por ciento. Gómez Mazara 7.27 por ciento. El vocero pide disculpas por los incidentes con la prensa. "No fue nuestro deseo ni nuestra intención que hayan ocurrido". 

Hay otra rueda de prensa, en el comando de campaña de Vargas Maldonado. Está a menos de un metro de la Casa Nacional del PRD. Paredes blancas, decorado impecable, puertas de vidrio, mobiliario negro. El salón, al fondo del local, está abarrotado. Los periodistas entra a codazos.

Unos quince minutos después de la hora pautada llega Vargas Maldonado. Agradece su reelección. Dice que fueron asaltados 19 centros. Dice que una comisión investigará "el atropello a la prensa". 

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Plazoleta José Francisco Peña Gómez. Foto Argénida Romero.
Lunes 20 de julio. Tres y media de la tarde. Un grupo de hombres y mujeres se protegen del sol y esperan en los alrededores de un puente peatonal. Frente a ellos la plazoleta José Francisco Peña Gómez, enrejada, está vacía. 

- "Las llaves de la plazoleta la tiene la gente del BIS (partido Bloque Institucional Socialdemócrata, dirigido por uno de los hijos de Peña Gómez, y aliado al partido de gobierno, PLD)".
- "¿Cómo que la tiene el BIS? ¿Eso no es una plaza abierta? ¿Ustedes no avisaron que Guido iba a hacer un acto aquí?", pregunta una reportera al encargado de organizar la actividad.
- "¡Ven aca!", agita los brazos el encargado. 

Llega un señor alto que presenta como coordinador zonal.

- "No, no. Eso no tiene entrada. Desde que hicieron la estación del Metro ahí, condenaron la entrada con una loma de tierra", dice el recién llegado a la conversación. -"Debieron hacerlo en el cementerio, en la tumba de Peña Gómez".
- "No. Es que esto es un asunto del líder vivo. ¿Cómo vamos a ir a la tumba?", le reclama el organizador.

La reportera observa la zona verde de la plazoleta limpia. 

- "¿Entonces cómo entran a limpiar en la plazoleta si está condenada la entrada?", pregunta la reportera. 

El coordinador zonal de Guido voltea el rostro. Dice que no sabe, que ahí no entra nadie. Se marcha. También se aleja el organizador. 

Minutos después avisan que la puerta de la plazoleta, ubicada en el extremo opuesto de la estación del Metro, está abierta.

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Gómez Mazara en Plazoleta JFPG. Foto Argénida Romero.
"Plazoleta José Francisco Peña Gómez", se lee claro sobre el borde de pintura descascarada de la plataforma. Arriba, el busto del líder del perredeísmo. Antes la plazoleta era más grande, pero fue reducida para construir la estación del Metro Eduardo Brito. En ese lugar, Peña Gómez lideró mitines masivos. 

La gente entra. Decenas de personas. Se agrupan en la inclinada subida, sin escalones, hacia la plataforma. En las afueras un camión con un potentes bocinas sirve de amplificador de lo que un hombre que pasea entre la muchedumbre casi vocifera a dos micrófonos que sostiene con su mano derecha. 
"Compañeros, necesitamos que se organicen para que la prensa suba", solicita. Pero parece que su llamado no es respondido. Una periodista, que tiene pautada una transmisión en vivo desde el lugar, le pide los micrófonos y toma la rienda de la solicitud. 

A los pocos minutos se observa a Guido Gómez Mazara en la plataforma, rodeado de seguidores. "Ni me doblo, ni nos doblan", dice. Reitera que impugnará los resultados de la convención "a más tardar el miércoles". Recuerda a Peña Gómez durante su breve discurso. Se va.

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Gómez Casanova habla con camarógrafos. Foto Argénida Romero

En el salón blanco y azul, donde no está la foto de Hipólito Mejía, está por iniciar la rueda de prensa donde ofrecerán los datos del boletín dos, del último boletín de la convención. Debió empezar hace una hora atrás, a las cinco de la tarde.

Los camarógrafos apagan las cámaras y cruzan los brazos.

El vocero, Gómez Casanova, dice que "tendremos una conversación entre amigos". "Yo también soy periodista, se lo que es este trabajo". Se escucha un murmullo de desaprobación. Un camarógrafo toma la palabra. Reclama que en ese salón estaba sentado uno de los agresores a la prensa, pide que se señale a los responsables de las agresiones, del robo de la tarjeta de vídeo. Se cruzan reclamos. Gómez Casanova pide, casi de suplica, primero, y luego como un mandato, que no lo graben. Lo siguen grabando. Lo transmiten en vivo. 

El vocero del PRD se deshace en disculpas. Asegura que el retraso del boletín se debió a que la comisión organizadora discutía sobre la disculpa y las medias a tomar sobre ese episodio. Siguen los reclamos. Julio Mariñez, el presidente de la comisión, toma la palabra. Una periodista, al extremo derecho del salón, le pide que exprese su disculpa personal por el comentario del refajo que hizo a los periodistas el domingo. Lo hace. Dice que no conoce el nombre de la compañía que contrato el personal.

Finalmente las cámaras se encienden. Miguel Vargas es declarado ganador. Los miembros de la comisión se levantan y salen del salón ignorando la solicitud de preguntas que hacían los periodistas. 

Un ejercicio de cálculo.

viernes, 18 de julio de 2014

El cuerpo de Ana

Ana era hija de una haitiana y un dominicano. Nació hace cuarenta años en República Dominicana. Tenía documentos dominicanos.

Ana viajó hace ocho años con un contrato de trabajo a Galicia. Dejó en La Romana a sus dos hijas con una tía. Durante ocho años Ana envió remesas y votó en las elecciones. Regresó tres veces a República Dominicana. La última vez que vio a su familia fue en mayo pasado, cuando su madre murió.

Ana enfermó. El pasado 12 de junio llegó al Hospital Da Costa, en Lugo. Murió. Ana no tenía familia en Galicia. Su cuerpo fue llevado a la morgue del hospital en espera de que alguien la reclamará.

El cuerpo de Ana fue reclamado por su familia a través de sus amigos en Galicia. La familia de Ana le entregó un poder a esos amigos. Le dijeron a los amigos de Ana que tenían que buscar 6 mil euros para su cuerpo regresará a República Dominicana. Luego le dijeron a los amigos de Ana que había que esperar.

El cuerpo de Ana seguía 23 días después de su muerte en la morgue del hospital. El Concello de Viveiro, el municipio donde residía Ana, reclamaba al gobierno de su país que debía hacerse cargo del cadáver. El gobierno del país de Ana no respondía. Los amigos de Ana buscaban la manera de que su cuerpo llegará a La Romana, a su casa, a sus dos hijas. A los amigos de Ana le dijeron que se investigaba si sus documentos dominicanos eran legales.

El cuerpo de Ana tenía casi un mes en la nevera de la morgue. El Concello dice que ya no puede permanecer más ahí. El hospital dice que tienen que enterrar el cadáver.

El cuerpo de Ana tenía dos caminos: la fosa común o la cremación.

Pero el cuerpo de Ana llegó primero a las páginas de los periódicos, a las pantallas de televisión. Y el gobierno de su país...de su posible país, de su dudado país, respondió en esas páginas de periódicos y en las pantallas de televisión. Dijo que el cuerpo de Ana regresaría. Y el gobierno del posible y dudado país de Ana se llevó su cuerpo de la morgue un día antes de cumplir un mes en su provisional y frío limbo.

El cuerpo de Ana no está ahora en la morgue, no está en La Romana, ni en su casa, ni en los brazos de sus hijas. Los amigos de Ana no saben donde está. Dicen que el cuerpo de Ana fue llevado a Madrid y que espera en algún lugar el descanso de paz que le prometen a los muertos.

El cuerpo de Ana aun no llega a su posible y dudado país.

Ana no existe.

Actualización: el cuerpo de Ana llegó a República Dominicana el viernes 18 de julio, pasada las 8 de la noche, en un vuelo desde Madrid, un mes y cinco días después de su muerte.