miércoles, 31 de octubre de 2018

Monstruosidad

Marlon Martínez. Foto: 

Suelo siempre enfocarme en las aristas perifericas de los casos muy mediáticos, en lo que la mayoría no ve, no quiere ver o no quiere reflexionar ni comentar. En este caso, sobre el asesinato de la adolescente Emely Peguero, que tenía cinco meses de embarazo.

No eran extraños. Tanto la familia de Emely como la de Marlon se conocían desde hace años. Ambos se conocían desde niños. Así que imagine la herida profunda, intensa, desconsolada... de saber que ese muchacho que viste niño, que probablemente comió en tu casa, jugó con otros niños de tu familia, recibió algún consejo tuyo... asesinó a tu hija, a tu hija embarazada. Hay algo más, hay traición, hay un sentimiento de culpa, quizás. "¿Pude evitarlo si la hubiese alejado de él, si hubiera obligado a terminar esos amores cuando me enteré, si la hubiera mandado lejos, a otro lugar?".

Marlín Martínez, quien buscó a toda costa deshacerse del cuerpo y buscar impunidad, para "salvar" a su hijo... Nadie sabe con certeza como ese monstruo se gestó. Y sí, lo correcto hubiese sido que ella, al supuestamente recibir la llamada de su hijo para decirle que había matado a esa chica en la circunstancia que fuera, lo hubiera entregado a la justicia. Así como se lo reclamó hoy la madre de la Emely: “Mírenme a la cara, porque merezco que me miren a la cara, después que me le arrancaron la vida a mi hija... Me le tiraron la dignidad a mi hija por el suelo, no me la dejaron besar y abrazar”.

Pero Marlín no lo hizo. Le ganó su propio monstruo, su costumbre quizás de manejar poder, de tener siempre la posibilidad de gestionar su vida por el favor del poder. Y lo creyó, aun en la peor circunstancia, que ese poder lograría librarla y librar a su hijo. ¿Influyó ella en su hijo para que matará a esa muchacha? No lo sé. Lo que si es cierto es que sí influyó para que creyera que podía salirse con la suya.

Recuerdo la protesta a la semana siguiente de la desaparición de Emely, la protesta de la gente de su pueblo. Salieron a la carretera y pedían que se investigara, que las cosas no estaban claras. Sin eso, posiblemente Marlin y Marlon hubiesen estado fuera de la atención y hubiesen logrado irse, evadir todo.





Durante el juicio de este caso se dijo y se expuso de todo. Me extraña que a Marlon no le hubiesen practicado una evaluación psiquiátrica. Sus expresiones eran frías durante todo el proceso. Su "llanto", forzado, como una mala actuación, prefería esconder el rostro entre las piernas, nunca dirigió la mirada directamente a los padres de Emely, en cuya casa seguro recibió cariño, atención, afecto, compañía... De escalofríos, para mí.


Marlon y Marlin Martínez. Foto: Diario Libre.

Marlín... creo que durante el juicio se quebró, se dio cuenta del daño que provocó, de que ella también fue un monstruo, que simuló en una rueda de prensa no saber nada de la adolescente a los pocos días de su desaparición, y fue capaz de pedir a Emely que volviera a casa... cuando ella sabía que su cuerpo estaba metido en una nevera o camino a llevarse a una maleta para ser arrojada a la orilla de un camino rural, donde finalmente fue encontrado su cuerpo.

El llanto de Marlín, creo, no fue por nadie más que por ella, porque ahora sabe que más allá de su frialdad también tiene otro título: es la madre del monstruo.