domingo, 26 de diciembre de 2010

Día cincuenta y cinco. Muertes políticas

El año se acaba con dos muertes políticas.

Una de ellas me toca de manera muy personal: la muerte ayer de Carlos Andrés Pérez, presidente dos veces de Venezuela. La situación de crisis desatada en su último gobierno (1989-1993) provocó que mi familia emigrara de Venezuela. Mis padres se fueron a Estados Unidos y nos dejaron con mi familia materna en República Dominicana.

Aquí algo sobre este señor, adorados por unos y odiados por otros.





Mientras que en República Dominicana murió el expresidente Salvador Jorge Blanco hoy en la madrugada. Presidente en el período 1982-1986 terminó sus días como un invisible político, luego de que al dejar la presidencia fuera sometido a la justicia y condenado por malversación de fondos públicos.

Estuve en su velorio, en labor de periodista. Sus hijos muy afectados. Los políticos opinando y los pasillos de la funeraria convertidos en sala de reunión de los dirigentes de turno.

Un vídeo con un reporte sobre la vida política de Jorge Blanco.


viernes, 17 de diciembre de 2010

Cablegate sobre RD


Por fin!

El periódico El País publica su primer artículo con relación a las filtraciones de Wikileaks sobre República Dominicana.

Corrupción es la palabra que define estos dos primeros cables y sus protagonistas son los ex funcionarios Andrés Van de Horst (padre, no confundir con su hijo que tiene el mismo nombre y está en la Dirección de Competitividad) y Felix (Felucho) Jiménez, ex de Turismo. Ninguno tiene cargos ya en el gobierno.


Publicaciones en República Dominicana:

Diario Libre (tiene incluido cable traducido al español): WikiLeaks cita a Felucho y a Van Der Horst como funcionarios corruptos

Listín Diario (un copy paste del artículo del periódico El Páis, de España) : Felucho Jiménez y Andrés Van Der Horst son citado por WikiLeaks como corruptos

Hoy (hicieron dos párrafos de introducción y pusieron la nota de El País): Embajada de Estados Unidos en RD reveló sobornos de funcionarios dominicanos


martes, 14 de diciembre de 2010

Día cincuenta y cuatro. En viñetas

Sigo mi seguimiento del caso WikiLeaks. Se ha escrito un mar de cosas sobre el cablegate, pero además de leer me he dedicado a copilar otra manera de información sobre el caso. Las viñetas.

















martes, 7 de diciembre de 2010

Día cincuenta y tres. Assange y Wikileaks


Lo de Wikileaks sigue y hoy tomó un giro interesante al registrarse el apresamiento, por entrega propia, de su fundador Julian Assange.

Mientras que el hilo de información filtrada sigue gota a gota, las reacciones oficiales son mínimas.

Sigo con mis dudas, a pesar de los hechos contundentes de este caso.

Aquí otros enlaces relacionados con el Cablegate, a favor y en contra...y los muy neutros.



martes, 30 de noviembre de 2010

Día cincuenta y dos. Y después de Wikileaks...


Pasada la euforia el análisis se hace necesario.

Una colega de labores y yo analizamos ayer nuestras dudas frente a la filtración de documentos de la diplomacia norteamericana por Wikileaks.

De las preguntas comentadas que nos hicimos, estas son las principales:

¿Quienes filtraron esos documentos? ¿los agentes republicanos con ansias de afectar el gobierno de Obama, o sea, el Tea Party?

¿Por qué Wikileaks sólo filtró sus documentos a cinco periódicos tradicionales y no a ningún medio alternativo?

¿Qué filtros aplicaron los medios que recibieron y tenían desde hace semanas esos documentos?

¿Es todo lo que hay o solo está lo que se quiso que hubiera?

De paso les dejo un articulo de Perspectiva Ciudadana que cuestiona todo el proceso de filtración de Wikileaks: Bad Comedy: el filtro de los cinco

domingo, 28 de noviembre de 2010

Día cincuenta y uno. El "cablegate"


Hoy será recordado definitivamente como uno de los días más importantes del periodismo del siglo XXI: Wikileaks ha destapado un escándalo de proporción mundial al develar por filtración numerosos documentos del manejo diplomático de Estados Unidos.

Putín, machista; Merkel, poco creativa; Gadafi, hipocondríaco...son cosas que suenan a chisme de farándula pero son parte de el entramado de manejo diplomático detrás de las formalidades visibles. Los documentos hasta revelan aspectos relacionados con organizar una guerra con Corea del Norte.

Bueno, de nuestro país, República Dominicana, también hay. Unos 1,600 documentos de la Embajada de Estados Unidos en nuestra 3/4 parte de isla. Aun, viendo la web de Wikileaks, no he encontrado el primero referente de nuestro país, pero me imagino que ya aparecerán.

Hace un tiempo enlace aquí un vídeo de la entrevista hecha por el periódico español El País al creador de esta página, Julian Assange. Les dejó el link de la entrevista integra en texto.

Estos son los blogs que leo que han tocado el tema:


Grado seis: Se le cae la careta a EE.UU.

Apuntes de Orlando Jorge Mera: Wikileaks y Santo Domingo


*Corrección: Número exacto de documentos sobre RD son 1,675

Actualizaciones
El periódico dominicano Diario Libre da algunos detalles sobre documentos infiltrados relacionados con República Dominicana y una lista de ellos: Escándalo de Wikileaks tiene miles de documentos de RD.


jueves, 25 de noviembre de 2010

Un fuego y varias lecciones

Foto Martín Castro, Diario Libre.
Mi día laboral empezó con una zapatilla menos. Y no, no estaba en un baile haciendo de Cenicienta. Caminaba las tres cuadras que me separan desde donde me deja el carro de transporte privado (porque no es público) al edificio donde trabajo. Antes de alcanzar la primera esquina…¡zas! Uno de los tiros de mi bonita zapatilla de plataforma sale disparada. La tome en la mano y seguí caminando, cual Cuasimodo.

Llegué a la farmacia, que queda casi frente al edificio de la redacción, sudada y muerta de la risa. Compre un pegamento y arregle como pude el tiro. Ojalá que esto funcione durante toda la tarde, me dije.

Ya en la redacción hago la historia, con la misma risa que me provocó mi pequeña aventura (temo que seré una viejita contadora de cuentos y mis nietos vivirán encantados). Con la esperanza de que sería una tarde tranquila, empiezo a revisar mi correo electrónico y ¡zas! “Hay un incendio”, me avisa el editor. No, no sería una tarde tranquila.

Mientras salgo rauda y veloz, en compañía de un fotógrafo y un camarógrafo, los rumores circulan. El fuego es en un hospital, dicen. Estoy a kilómetros de lugar y puedo ver la columna de humo. “Supuesto fuego afecta hospital Ney Arias Lora”, escribo en mi estado de Facebook. Rumores son rumores. Apagó el móvil y me preparo para lo peor.

A pocos metros del hospital el tapón es enorme. Mis compañeros de labor se bajan del vehículo y corren al lugar del siniestro. Notó, al acercarme, que el humo no sale del hospital. Respiro por un momento. Es un almacén de medicamentos que está justo al lado y separado por pocos metros del centro de salud. Me bajó de la camioneta. Confió en que el pegamento que usé sea bueno, muy bueno.

Gente, mucha gente. Sorteo como puedo las mangueras, los charcos de agua y la confusión. Ya frente al edificio veo a algunos colegas. El caos es total. El almacén estaba en construcción. Veo obreros asustados. Uno llora y habla por su móvil. Algunos responden preguntas. “Fue una explosión”. “Eso se rego de una vez”. “Salimos corriendo”. Un haitiano, de los tantos que trabajaba en el edificio, es empujado por un policía luego de que habla con varios periodistas.

Ya han sacado dos heridos hacía el hospital. Los bomberos luchan no solo con el humo y posibles llamas que aún afecta el lugar, sino también con los cientos de curiosos que no les dejan trabajar. Sacan cargado en brazos la tercera persona, un hombre. La ambulancia se marcha. Sacan una cuarta persona, una mujer. No pueden subirla a la ambulancia. Los curiosos la han arropado. En medio del desorden, los socorristas ponen el cuerpo en el piso. Logran subirla minutos después. Un bombero, visiblemente enojado, toma una manguera y dispersa a los “mirones” a chorros de agua.

Aun sale humo del edificio de dos pisos. Identificó a una supervisora de la Oficina Supervisora de Obras del Estado. Le hago algunas preguntas. Me da el nombre de la ingeniera encargada de la obra, que fue la primera que sacaron de la edificación. Me dice que el almacén tiene once mil metros cuadrados y que sería inaugurado en diciembre. Detalla lo que vio en la mañana antes de irse y su cara muestra su desconcierto.

Las horas pasan. Empieza a oscurecer. Los bomberos se auxilian de pequeñas linternas. Revisan el edificio buscando víctimas. Yo y mis colegas caminamos de un lado a otro. Me entero que tres de los cuatro rescatados están muertos. Me auxilio de la luz del móvil del trabajo (esos que llaman flota) para anotar datos en mi libreta. Suena la flota. Es un periodista de la emisora la Z 101 y me hace mil preguntas. “Pero una fuente, muy fuente, de la Defensa Civil me dice que hay siete muertos. Búscalo”. Lo que faltaba y siempre hay, morbo y desinformación. Le respondo que no he visto los siete muertos y que su fuente, muy fuente, parece que no está en el lugar. Cuelgo.

Uno de los jefes del Cuerpo de Bomberos sale. Estaba hablando por un móvil y todos los camarógrafos, fotógrafos y periodistas nos acercamos a él. Necesitamos información. Nos ignora y camina. Salimos como procesión de desquiciados. Cruza al hospital y sigue hablando por su móvil. Algunos desisten. Cuando por fin se detiene y suelta el aparato de la mano nos mira como si fuéramos unos recién llegados. Da sus respuestas. Confirma lo que sabemos y no nos dice nada nuevo.

Una hora después se informa que van a sacar a los muertos. Seis, ocho, nueve. No sé sabe. Montamos guardia. Me duele la garganta. La zapatilla parece que saldrá victoriosa de esta odisea. Estoy cansada, muy cansada. Mientras un jefe de bomberos y el subdirector del Centro de Operaciones de Emergencia ofrecen datos a los periodistas, aparece un señor de saco y corbata. Me dicen que es un fiscal de Homicidios que quiere dar declaraciones. ¿Y qué puede decir un fiscal de Homicidios de un incendio que aparenta tener origen en un accidente laboral? Ganas de salir en cámaras.

Una señora a mi lado me pregunta si sé algo de las personas que buscan. Le digo que en el hospital hay tres y les doy los nombres. Reacciona compungida cuando mencionó el último. “Santa, es Santa. ¿Está en el hospital?”. Le digo que sí, pero omito el detalle de que Santa está muerta. Sale corriendo al hospital.

Por fin llegan los reflectores. Tardan un rato en encenderlos. Pocos minutos después empiezan a sacar los cuerpos. Son seis. Con los tres declarados como fallecidos en el hospital suman nueve. Nueve muertos y dos heridos es el saldo oficial a las 9 de la noche.

Salgo de la zona y camino a la camioneta. Me duelen las piernas. Dentro del vehículo me quito las zapatillas. El pegamento no falló. Pienso en el incendio y veo que muchas cosas siguen fallando.

Las Mirabal

A 50 años de su asesinato

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Día cincuenta. Orgullo Primate


Hoy es el Día del Orgullo Primate, iniciativa auspiciada por el blog Sin Dioses.

Hace algunos años no me interesaba por el tema. Pero luego de abandonar ciertos dogmas, la curiosidad se hizo presente y me alegro que lo hiciera. Lo que he descubierto es más hermoso de lo que pensaba y mucho más gratificante que la negación simplista.

Les dejo un ensayo de Isaac Asimov que explica eso que somos y que no solemos ver.

Mirar a un mono largo rato

Tengo la sospecha que si el hombre no estuviera implicado en la evolución biológica, no habría habido ningún problema en aceptarla.

Por ejemplo, es evidente para cualquiera que algunos animales se parecen mucho entre sí. ¿Quién negaría que un perro y un lobo se parecen en aspectos muy importantes? ¿O un tigre y un leopardo? ¿O una langosta y un cangrejo?

Hace veintitrés siglos, el filósofo griego Aristóteles agrupó a diferentes tipos de especies y confeccionó una «escala de la vida» en la que los clasificaba empezando por la planta más simple y subiendo escalones hasta llegar a los animales más complejos, con el hombre en la posición más elevada (como era de esperar).

Una vez hecho esto, en la actualidad podemos decir, con la ventaja que nos da la visión retrospectiva, que era inevitable que la gente se diera cuenta que cada tipo de especie se había transformado a partir de otra; que las especies más complejas se habían desarrollado a partir de las más simples; que, en definitiva, no sólo existía una escala de la vida, sino también un sistema mediante el cual las formas de vida iban subiendo por esa escala.¡Pues no señor! Ni Aristóteles ni aquellos que vinieron después de él durante más de dos mil años consideraron jamás la escala de la vida como algo no estático, sino dinámico y evolutivo.

Se creía que las diferentes especies eran permanentes. Podían estar divididas en familias y jerarquías, pero las formas de vida eran las mismas desde el primer momento. Se aseguraba que las similitudes existían desde el principio, y que ninguna especie evolucionaba hasta parecerse más —o menos— a otra con el paso del tiempo.

Tengo la impresión que esta insistencia en la inmutabilidad de las especies se debía, al menos en parte, a la incómoda sensación que, si se admitía la posibilidad del cambio, el hombre ya no podría considerarse como un caso único y se convertiría en «un animal más».

Con el dominio de la cristiandad sobre el mundo occidental, las opiniones sobre la inmutabilidad de las especies se hicieron aún más rígidas. El primer ensayo del Génesis describe la creación de las distintas especies vivas, diferenciadas en sus formas definitivas desde el principio; lo que es más, la creación del hombre se diferencia de la del resto de los seres. «Y dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza"...» (Génesis, 1, 26).

Ningún otro ser vivo fue hecho a imagen de Dios, lo que establecía una barrera infranqueable entre el hombre y el resto de los seres vivos. Cualquier opinión que llevara a suponer que las barreras entre las especies eran permeables, podía debilitar la fundamental barrera protectora del hombre.

Desde luego, habría estado muy bien que todas las otras formas de vida sobre la Tierra fueran tan enormemente distintas del hombre como para reflejar en el plano físico esta infranqueable barrera. Pero, por desgracia, aun en la antigüedad el mundo mediterráneo sabía de la existencia de unos animalitos llamados «monos».

Algunas de las especies de monos conocidas por los antiguos tenían pequeños rostros arrugados como de hombrecillos; sus manos eran a todas luces muy parecidas a las humanas y manipulaban las cosas con los dedos igual que los seres humanos, mostrando claramente una viva curiosidad. Pero tenían cola, y este hecho permitía a los hombres salvar el tipo. Es tan evidente que el ser humano no tiene cola y que la mayoría de los animales que conocemos sí, que esta diferencia parecía en sí misma el símbolo de la barrera insuperable entre el hombre y el mono.

En realidad, hay animales sin cola o con una cola muy corta, como las ranas, los conejillos de Indias y los osos; pero estos animales no constituyen una amenaza para la posición del hombre. Y sin embargo...

En la Biblia hay una referencia a un mono, para el que los traductores se sirvieron de una palabra determinada. La mención aparece en una relación sobre las empresas comerciales del rey Salomón: «...una vez cada tres años llegaba la flota de Tarsis, cargada de oro, plata, marfil, simios y pavos reales» (Reyes I, 10, 22).

Tarsis ha sido identificada a menudo como Tartesos, una ciudad de la costa española al oeste del estrecho de Gibraltar, que en época de Salomón era un floreciente centro de comercio, destruido por los cartagineses en el 480 a. C. Frente a las costas de Tartesos, en el noroeste de África, existía (y existe) una especie de mono del grupo de los macacos. Este macaco es el «simio» bíblico; posteriormente, cuando el noroeste de África formaba parte de la Berbería, los europeos llamaron a este mono «simio berebere».

El simio berebere no tiene cola, y por tanto se parece más al hombre que otros monos. En su escala de la vida, Aristóteles situó al simio berebere en el punto más elevado del grupo de los monos, inmediatamente por debajo del hombre. Galeno, el médico griego que vivió alrededor del 200 a. C., diseccionaba simios y demostró que su parecido con el hombre era también interno y no sólo externo.

A los antiguos les divertía y les molestaba el parecido del simio berebere con el hombre. Se dice que el poeta romano Ennio comentó: «El simio, la más vil de las bestias, ¡cómo se parece a nosotros!» ¿Era realmente el simio «la más vil de las bestias»? Objetivamente, desde luego que no. Lo que le hacía parecer vil era su parecido con el hombre y la consiguiente amenaza que suponía para el apreciado carácter único del hombre.

En la época medieval, cuando el carácter único y la supremacía del hombre se convirtieron en un dogma inatacable, la existencia del simio resultaba aún más irritante. Se le identificaba con el Diablo. Después de todo, el Diablo era un ángel caído y deformado, y bien podía el simio haber sido creado a su imagen, de la misma manera que el hombre había sido creado a la imagen de Dios.

Pero ninguna explicación lograba acabar con la inquietud que despertaba. El dramaturgo inglés William Congreve escribió en 1695: «Nunca podría mirar a un mono largo rato sin caer en humillantes reflexiones» . No es muy difícil imaginar que esas «humillantes reflexiones» estaban relacionadas con el hecho que el hombre podría ser considerado una especie de simio grande y algo más inteligente.

La Edad Moderna empeoró las cosas al dar la oportunidad al orgulloso europeo hecho a imagen de Dios de trabar conocimiento con otros animales, desconocidos hasta entonces, todavía más parecidos a él que el simio berebere.

En 1641 se publicaba la descripción de un animal que había sido traído de África y que se encontraba en Holanda, en un jardín zoológico perteneciente al príncipe de Orange. Por la descripción parece ser que se trataba de un chimpancé. También existían noticias sobre un gran animal parecido al hombre y que vivía en Borneo, el que ahora conocemos como orangután.

El chimpancé y el orangután eran también «simios» porque, al igual que el simio berebere, no tenían cola. En años posteriores, cuando se admitió que el chimpancé y el orangután se parecían más al hombre que a los monos, pasaron a ser denominados simios «antropoides» (parecidos al hombre).

En 1758 el naturalista sueco Carolus Linneo realizó el primer intento de clasificación cuidadosamente sistemática de todas las especies. Creía firmemente en la inmutabilidad de las especies, y no le preocupaba el hecho que algunas especies animales fueran tan parecidas al hombre: simplemente fueron creadas de esta manera.

Por tanto, no vaciló en situar en el mismo grupo a las diversas especies de simios y monos, incluyendo también al hombre, y en llamar a los componentes de ese grupo «primates», del latín «primero», ya que entre ellos estaba el hombre. Este término se sigue utilizando.

Linneo clasificó a los monos y simios en general en un subgrupo de los primates al que llamó Simia («simio»).

Para los seres humanos inventó el subgrupo Homo («hombre»), Linneo utilizaba un doble nombre para cada especie (lo que se conoce por «nomenclatura binomial»; en primer lugar, viene el apellido, como cuando se dice Smith, John, y Smith, William), así que los seres humanos disfrutaban de la denominación Homo sapiens (sabio, hombre). Pero además Linneo situó otro nombre en ese grupo. Tras leer la descripción del orangután de Borneo, lo llamó Homo troglodytes (habitante de cavernas, hombre).

«Orangután» viene de una palabra malaya que quiere decir «hombre de los bosques». La descripción de los malayos era más adecuada, ya que el orangután es un habitante de los bosques y no de las cavernas, pero en cualquier caso no puede ser considerado lo suficientemente próximo al hombre como para justificar su inclusión en el grupo de los Homo.

El naturalista francés Georges de Buffon fue el primero en describir a los gibones, a mediados del siglo XVIII. Se trata de un tercer tipo de simio antropoide. Los diferentes gibones son los antropoides más pequeños y menos parecidos al hombre. Por esa razón en ocasiones se dejan de lado, mientras el resto de los antropoides son conocidos como los «grandes simios».

A medida que se fueron clasificando las especies con más detalle, los naturalistas se sentían cada vez más tentados a romper las barreras entre ellas. Algunas especies se parecían tanto a otras que no existía ninguna seguridad que pudiera definirse una separación entre ellas. Además, cada vez había más indicios que muchos animales se encontraban en pleno cambio, por decirlo así.
Buffon observó que el caballo tenía dos «tablillas» a cada lado de los huesos de las patas, lo que parecía ser una señal que en alguna época tuvo tres líneas de huesos y tres cascos en cada pata.

Buffon sostenía que si era posible que los cascos y los huesos degeneraran, también podían hacerlo las especies en su totalidad. Quizá Dios había creado sólo determinadas especies que habían degenerado hasta cierto punto, dando lugar a otras especies adicionales. Si el caballo podía llegar a perder parte de sus cascos, ¿por qué no podría ser que algunos de ellos hubieran degenerado hasta transformarse en burros?

Como las especulaciones de Buffon se referían a lo que, después de todo, era la parte más importante de la historia natural centrada en el hombre, propuso la teoría que los simios eran hombres que habían degenerado.

Buffon fue el primero en hablar de la mutabilidad de las especies. Pero evitó el peligro mayor: el de sugerir que el hombre, hecho a imagen de Dios, había sido originalmente distinto, aunque si afirmó que el hombre podría transformarse en algo distinto. Incluso eso resultó demasiado, porque una vez que se traspasaban los límites en una dirección sería difícil hacerlos infranqueables en la otra. Buffon fue presionado para que se retractara, y así lo hizo.

Pero la idea de la mutabilidad de las especies no fue abandonada. Un médico británico, Erasmus Darwin, tenia la costumbre de escribir largos poemas de calidad mediocre en los que presentaba sus a menudo interesantes teorías científicas. En su último libro, Zoonomía , publicado en 1796, ampliaba las ideas de Buffon y proponía la teoría que las especies sufrían cambios a consecuencia de la influencia directa que el medio ambiente tenia sobre ellas.

El naturalista francés Jean Baptiste de Lamarck llevó aún más lejos esta teoría. Con la publicación en 1809 de La filosofía zoológica, se convirtió en el primer científico importante que adelantó una teoría de la evolución, describiendo con todo detalle cómo era posible, por ejemplo, que un antílope llegara a cambiar poco a poco, a lo largo de generaciones, hasta transformarse en una jirafa. (Darwin y Lamarck fueron víctimas del ostracismo de las instituciones de la época, tanto científicas como no científicas, a causa de sus opiniones.)

Lamarck se equivocaba en su concepción del mecanismo evolutivo, pero su libro dio a conocer al mundo científico el concepto de evolución, alentando a otros a descubrir un mecanismo que quizá fuera más viable.

El hombre que dio en el clavo fue el naturalista inglés Charles Robert Darwin (nieto de Erasmus Darwin), que se pasó casi veinte años recogiendo datos y dando forma a sus argumentaciones. Actuó así en primer lugar porque era un hombre meticuloso, y en segundo lugar porque sabía el destino que le esperaba a cualquiera que propusiera una teoría evolucionista, y quería desarmar al enemigo presentando unos argumentos tan sólidos como el hierro.

En su libro Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural , publicado en 1859, evitó cuidadosamente toda mención al ser humano. Por supuesto, no le sirvió de nada. Era una persona amable y virtuosa, casi tan santo como cualquier clérigo del Reino, pero no habría sufrido ataques más virulentos de haber matado a su madre a mordiscos.

Sin embargo, las pruebas a favor de la evolución han seguido acumulándose. En 1847 el mayor simio antropoide existente, el gorila, fue, por fin, presentado ante los ojos de los europeos, y es el simio más impresionante de todos. Al menos, su tamaño contribuía a hacerle parecer más humano que ningún otro; casi sobrehumano.

Y después, en 1856, se descubrieron en el valle de Neander, en Alemania, los primeros restos fósiles de un organismo que era evidentemente más avanzado que ninguno de los antropoides vivos y claramente más primitivo que cualquier hombre viviente. Se trataba del « hombre de Neandertal ». No sólo el número de pruebas a favor de la evolución aumentaba continuamente, sino que se descubrieron las primeras evidencias que confirmaban que había habido una evolución del ser humano.

En 1863 el geólogo escocés Charles Lyell publicó La antigüedad del hombre , en la que esgrimía las antiguas herramientas de piedra como pruebas a favor de su teoría que el género humano tenía mucho más de los seis mil años de antigüedad que se le atribuían (y también al Universo) en la Biblia. También se convirtió en un firme defensor de la teoría darwiniana de la evolución.

Y, por fin, en 1871, Darwin extendió su teoría al hombre en su libro El origen del hombre.

Por supuesto, los antievolucionistas siguen acompañándonos hasta hoy en día, defendiendo su causa con ardor y firmeza. Recibo de ellos más cartas de las que en justicia me corresponden, así que conozco la naturaleza de sus argumentos.

Se concentran única y exclusivamente en un punto: el origen del hombre. No he recibido ni una sola carta en la que se defienda acaloradamente que el castor no está emparentado con la rata o que la ballena no desciende de un mamífero terrestre. A veces me da la impresión que no se dan cuenta que la evolución es aplicable a todas las especies. Únicamente insisten en que el hombre no, no, NO desciende de, ni está emparentado con, los simios o los monos.

Algunos evolucionistas intentan contestarles diciendo que Darwin no dijo nunca que el hombre descendiera de los monos; que ningún primate vivo es antepasado del hombre. Pero eso no es más que un matiz sin ninguna importancia. Según la teoría evolucionista, el hombre y los simios tienen algún antepasado común que no ha sobrevivido hasta hoy en día, pero que era una especie de simio primitivo. Si nos remontamos más en el tiempo, los diferentes antepasados del hombre tenían un aspecto inequívocamente simiesco; al menos para el lego en zoología.

Como evolucionista, prefiero enfrentarme a este hecho sin tapujos. Estoy perfectamente dispuesto a defender que el hombre desciende de los monos, que es la manera más simple de expresar lo que, en mi opinión, son los hechos.

Y también tenemos que mantenernos fieles a los monos desde otro punto de vista. Los evolucionistas pueden hablar de los «homínidos primitivos», del Homo erectus, el Australopitecos y de todo lo que quieran. Podemos utilizarlos como pruebas de la evolución del hombre y sobre la naturaleza del organismo del que desciende.

Tengo la sospecha que esto no convence a los antievolucionistas y que ni siquiera les preocupa demasiado. Parecen creer que el hecho que un montón de descreídos que se llaman a si mismos científicos encuentren un diente por aquí, un hueso de cadera por allá y un trozo de cráneo más allá y los recompongan como un rompecabezas, construyendo una especie de hombre-simio, no tiene ningún sentido.

Por las cartas que recibo y por los escritos que he leído, me da la impresión que el carácter emocional de los antievolucionistas se reduce a la cuestión del hombre y el mono, y a ninguna otra cosa más.

Me da la impresión que los antievolucionistas abordan el tema hombre-mono de dos maneras. Pueden defender firmemente la Biblia, declarando que está redactada por inspiración divina y que en ella se afirma que el hombre fue creado por Dios a su imagen a partir del polvo de la Tierra hace seis mil años, y que no hay más que hablar. Si adoptan esta postura, está claro que sus opiniones son innegociables, y no tiene sentido intentar negociar con ellos. Con una persona así podría hablar del tiempo, pero no de la evolución.

Un segundo camino es el que siguen los antievolucionistas que intentan encontrar alguna justificación racional para su postura; esto es, una justificación que no esté basada en la autoridad, sino que sea observable o comprobable experimentalmente y lógicamente argumentada. Por ejemplo, se puede afirmar que las diferencias entre el hombre y los demás animales son tan fundamentales que es impensable que puedan ser salvadas, y que es inconcebible que un animal se desarrolle hasta llegar a ser un hombre mediante la exclusiva actuación de las leyes de la naturaleza; que es necesaria una intervención sobrenatural.

Un ejemplo de estas diferencias insalvables seria la afirmación que el hombre tiene alma y que los animales no, y que un alma no puede desarrollarse mediante ningún proceso de evolución. Por desgracia, los métodos conocidos por la ciencia no son capaces de medir o detectar la presencia del alma. En realidad, ni siquiera es posible definir el alma a menos que se haga basándose en algún tipo de autoridad mística. Por tanto, este argumento no puede ser observado ni es comprobable experimentalmente.

En un plano menos exaltado, un antievolucionista puede argumentar que el hombre tiene el sentido del bien y del mal; que aprecia el valor de la justicia; que es, al fin y al cabo, un organismo moral y que los animales no lo son ni pueden serlo.

En mi opinión, esto es discutible. Hay animales que actúan como si amaran a sus crías y que llegan a dar su vida por ellas. Hay animales que cooperan entre sí y se protegen en caso de peligro. Esta conducta obedece a razones de supervivencia y es exactamente el tipo de actitud que los evolucionistas consideran probable que se desarrolle poco a poco hasta llegar al nivel que alcanza en el hombre.

Si se disponían a replicar que esta conducta aparentemente «humana» de los animales, es puramente mecánica y que es realizada sin intervención del entendimiento, volveremos a una discusión basada en las simples afirmaciones.

No sabemos qué es lo que ocurre en el interior del cerebro de los animales y, si vamos a eso, no tenemos ninguna seguridad en absoluto que nuestra propia conducta no sea tan mecánica como la de los animales, sólo que con un grado más de complicación y versatilidad.

Hubo un tiempo en que las cosas eran más fáciles que ahora, cuando la anatomía comparada estaba en mantillas y cuando era posible suponer que existía alguna enorme diferencia fisiológica que distinguía al hombre del resto de los animales. En el siglo XVII el filósofo francés Rene Descartes creía que el alma estaba, localizada en la glándula pineal, ya que aceptaba la idea, entonces bastante común, que esta glándula no se encontraba en ningún organismo excepto en el cuerpo humano.

Pero, ¡ay!, no es así. La glándula pineal está presente en todos los vertebrados y alcanza su mayor desarrollo en un reptil primitivo llamado tuatara. En realidad, ninguna parte de nuestro cuerpo es patrimonio del ser humano con exclusión del resto de las especies.

Vamos a ser más sutiles y a considerar la naturaleza bioquímica de los organismos. Aquí las diferencias son mucho menos marcadas que en la forma física del cuerpo y de sus partes. De hecho, los procesos bioquímicos de todos los organismos vivos presentan tantas similitudes, no sólo si comparamos al hombre con el mono, sino incluso con las bacterias, que de no ser por las ideas preconcebidas y el egocentrismo que define a nuestra especie, la evolución sería considerada un hecho evidente.

Tenemos que ser realmente muy sutiles y ponernos a estudiar los más finos entresijos de la estructura química de las omnipresentes y casi infinitamente versátiles moléculas de proteínas para llegar a encontrar algún rasgo que sea distintivo de cada especie. Después, gracias a las minúsculas diferencias de esa estructura química, se puede llegar a saber cuánto tiempo ha transcurrido aproximadamente desde que dos organismos se ramificaron a partir de un antepasado común.

Al estudiar la estructura de las proteínas no encontramos grandes brechas; las diferencias entre una especie y el resto no son tan enormes como para indicar que no habría habido tiempo para que esa divergencia se desarrollara a partir de un antepasado común a lo largo de toda la historia de la Tierra. Si existiera una diferencia tan marcada entre una especie y las demás, entonces esa especie en particular habría surgido de un glóbulo de vida primordial distinto al que dio origen a todo el resto. Aun así, esta especie habría evolucionado, descendería de otra especie más primitiva, pero no estaría emparentada con ninguna otra forma de vida terrestre. Pero repito que no se ha descubierto una diferencia tal y que no es probable que se descubra. Todas las formas de vida terrestre están interrelacionadas.

Desde luego, el hombre no está separado de otras formas de vida por alguna enorme diferencia bioquímica.

Bioquímicamente está dentro del grupo de los primates, y sus diferencias no son más acusadas que las de los otros miembros del grupo. De hecho, parece estar estrechamente emparentado con el chimpancé, cuya estructura proteínica es más parecida a la humana que la del gorila o el orangután.

Así que los antievolucionistas tienen que defendernos sobre todo del chimpancé. No cabe duda que si, como dijo Congreve, «miramos a un mono largo rato», en este caso a un chimpancé, tendremos que admitir que no existe ninguna diferencia vital entre él y nosotros, excepto el cerebro. ¡El cerebro humano es cuatro veces mayor que el del chimpancé!

Incluso esta considerable diferencia de tamaño es fácilmente explicable por la teoría del desarrollo evolutivo; sobre todo, teniendo en cuenta que los fósiles de homínidos tienen cerebros cuyo tamaño está a medio camino entre el del chimpancé y el del hombre moderno.

Pero es posible que un antievolucionista no considere dignos de atención los fósiles de homínidos y continúe afirmando que lo que cuenta no es el tamaño físico del cerebro, sino el tipo de inteligencia que opera a través de él.

Podría argumentar que la inteligencia humana sobrepasa de tal modo a la del chimpancé que cualquier posible relación entre las dos especies está totalmente descartada.

Un chimpancé no sabe hablar, por ejemplo. Los esfuerzos por enseñar a hablar a las crías de chimpancé no han tenido ningún éxito, por muy pacientes, hábiles y prolongados que hayan sido. Y sin el lenguaje, el chimpancé no es más que un animal; un animal inteligente, pero nada más que un animal. Con el lenguaje el hombre se eleva a las cumbres de Platón, Shakespeare y Einstein.

¿Pero no estaremos quizá confundiendo la comunicación con el lenguaje? No cabe duda que el lenguaje es la forma de comunicación más exquisita y eficaz que existe. (Nuestros dispositivos modernos, de los libros al aparato de televisión, transmiten el lenguaje de diferentes formas, pero sigue siendo lenguaje.) ... ¿Pero acaso se trata de la única posibilidad?

El lenguaje humano está basado en la capacidad humana de controlar los rápidos y delicados movimientos de la garganta, la boca, la lengua y los labios, que al parecer, están bajo el control de una porción del cerebro llamada «circunvolución de Broca».

Si la circunvolución de Broca resulta dañada por un tumor o un golpe, el ser humano sufre afasia y es incapaz de hablar y de comprender el lenguaje... Pero un ser humano que sufra de esta enfermedad sigue siendo inteligente y puede hacerse entender por gestos, por ejemplo.

La parte del cerebro del chimpancé equivalente a la circunvolución de Broca no es suficientemente grande o suficientemente compleja como para posibilitar la aparición de un lenguaje en el sentido humano. Pero, ¿y los gestos? Los chimpancés en estado salvaje se sirven de gestos para comunicarse...

En junio de 1966 Beatrice y Allen Gardner, de la Universidad de Nevada, escogieron un chimpancé hembra de un año y medio de edad a la que llamaron Washoe, y decidieron intentar enseñarle el lenguaje de los sordomudos. Los resultados les dejaron asombrados, a ellos y a todo el mundo.

Washoe aprendió con facilidad docenas de signos y los utilizó adecuadamente para comunicar deseos y expresar conceptos abstractos. Inventó modificaciones que también utilizó adecuadamente. Intentó enseñarles el lenguaje a otros chimpancés, y estaba claro que disfrutaba con la comunicación.

Otros chimpancés han sido entrenados del mismo modo. Algunos han aprendido a ordenar fichas imantadas sobre una pared de diferentes maneras. En estos ejercicios demostraron que son capaces de tener en cuenta la gramática, y cuando sus instructores construían deliberadamente frases sin sentido no se dejaban engañar.

Tampoco se trata de reflejos condicionados. Todas las pruebas indican que los chimpancés saben lo que están haciendo, del mismo modo que los seres humanos saben lo que están haciendo cuando hablan.

Naturalmente, el lenguaje de los chimpancés es muy simple comparado con el del hombre. El hombre sigue siendo el más inteligente con gran diferencia. Pero la proeza de Washoe demuestra que nuestra capacidad de hablar sólo se diferencia de la del chimpancé de manera cuantitativa y no cualitativa.

«Mirar a un mono largo rato.» No hay argumentos válidos, excepto los basados en alguna autoridad mística, que puedan negar el parentesco del chimpancé con el hombre o el desarrollo evolutivo del Homo sapiens a partir del Homo no sapiens.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Día cuarenta y nueve. Adiós, Freddy


Recuerdo su programa semanal, los domingos. Su risa que casi lo ahogaba en el Show del Mediodía, mientras mi abuela me peinaba para ir al colegio. En la noche, todos lo mirábamos en Punto Final.

Después vinieron otros programas. Sus "piques" públicos eran antológicos. Tenía la mejor manera de decir la verdad, con humor, así rascaba más. Aunque también, y en los últimos años, dejó el humor de un lado y dijo sin risas crudas verdades. Ayudaba, sí. Mucha gente logró solucionar un problema gracias a él. Eso también se veía en televisión, algunos dicen que mucha de su ayuda no se hizo pública.

En muchas ocasiones no estaba de acuerdo con su manera demasiado espontánea de ser frente a las cámaras, ni de muchos de los planteamientos que expresaba. Pero me caía bien, no era alguien que quisiera mostrarse perfecto.

Recuerdo la primera vez que lo sentí como un vecino, como un cercano. El día que mataron a uno de sus sobrinos en un atraco. Lo vi en televisión llorarlo, gritar su impotencia. Levantó la sábana que cubría el cadáver y dijo lo que su dolor le dictaba. Muchos años después supe que se hizo cargo de la educación de la hija del hombre que disparó a su sobrino. Entonces supe también que más allá de la televisión, su humanidad era excepcional.

Adiós, Freddy.

lunes, 8 de noviembre de 2010

El costo del cáncer de mama

El cáncer cuesta...y mucho.

Un reportaje que hice para el periódico en el que trabajo

El costo del cáncer de mama

La falta de estadísticas reales impide trazar estrategias de prevención y tratamiento
El cáncer de mama es de los que más muertes provoca en el mundo.
SANTO DOMINGO. Cuando a Dinorah Hidalgo le diagnosticaron cáncer de mama en el 2001, con 49 años, su mundo dio un giro. No le faltó fortaleza desde el primer momento, pero su principal mortificación se centró en la falta de recursos económicos para enfrentar la enfermedad.

"Cuando el doctor me dijo que tenía cáncer mi esposo y mis hijos bajaron la cabeza. Yo les dije que no lo hicieran, que saldría adelante. Pero la operación (mastectomía) costaba RD$17,000 y nosotros no teníamos un centavo", dice mientras rememora los momentos que tuvo que atravesar durante su tratamiento en el Instituto de Oncología Doctor Heriberto Pieter.




viernes, 22 de octubre de 2010

Wikileaks

Un caso que hay que tener pendiente. Un ejercicio informativo que ha levantado muchas ronchas.

Para ver el vídeo con el adelanto de la entrevista al fundador de Wikileaks, Julian Assange.


miércoles, 20 de octubre de 2010

Lengua

Escribo. Me gusta hacerlo. Me gusta publicar lo que escribo. Lo hago aquí y en mi otro blog (donde viven cono más libertad mis poemas y mis impresiones sobre literatura y libros).

También colaboró con otros espacios...aquí va el sentido de este post: Lengua. Lengua es una revista. No cualquier revista. Una revista con su toque, su manera de ver el mundo, el arte. Una revista dominicana, casa de muchos talentos, hecha a retazos de musculoso esfuerzo.

Tiene dos magos tras sus páginas: Paola de la Cruz y Zoilo Pimentel.

Aquí les dejo, en imágenes, una explicación sobre esta revista con la que me siento orgullosa de colaborar. Pueden ver en detalle de que se trata aquí



Acerca de Revista Lengua from Revista Lengua on Vimeo.

viernes, 8 de octubre de 2010

Día cuarenta y ocho. Un algodón y el servicio médico en Emergencias

Anoche tuve un accidente. Nada grave, en apariencia, pero si molestoso y hasta risible si se quiere. Mientras arreglaba algunas cosas en la habitación encontré unos hisopos. Decidí tomar uno y limpiarme los oídos. Error, doloroso error. Uno de los algodones se quedo dentro de mi oído derecho y mientras más trataba de sacarlo, más lo hundía.

Detesto los hospitales, detesto las emergencias. Hablo con mi novio y me dice que debo ir. La molestia empieza en mi oído y entiendo que no podré amanecer con ese algodón ahí.

Llamó un taxi. Le digo que me lleve a la Clínica de Especialidades Oriental, que queda en la avenida Sabana Larga, en Santo Domingo Este. Tengo malas referencias de la mayoría de las clínicas de la zona, pero confío en esta.

Llegó en pocos minutos. En la entrada de Emergencias de la clínica veo en un escritorio al doctor que asumo es quien debe hacer el registro y referencias de pacientes. Esta hablando por teléfono y lo deja un momento para escucharme. Le explicó lo que pasó. Me mira acerca su rostro a mi oído por unos segundos. Se sienta y me dice que no pueden hacer nada.

- ¿Cómo que no pueden hacer nada?
- Señorita, no tenemos con que sacar ese algodón. Venga a consulta mañana para que un otorrino la atienda.
- ¡¿Cómo que venga a consulta mañana?! El oído empieza a molestarme y no creo que pueda dormir con esta molestia. Además, ¿qué hago si tengo mucho dolor?
- Bueno, le podemos recetar algún calmante. Pero eso es delicado y aquí no tenemos con que sacarlo.

Acto seguido retomó su conversación por teléfono.

Estaba furiosa. Quería caerle a carterazos. ¿Qué clase de médico era ese? Salí afuera y tome un poco de aire. El enojo me aguaba los ojos. Mi novio me convence vía telefónica que debo moverme a otra clínica. Le digo que tengo temor de que digan lo mismo en otra clínica. Me dice que no es bueno que amanezca con ese algodón en el oído. Respiro y asumo la posibilidad de un recorrido clínico por toda la zona hasta que me saquen ese algodón del oído.

Segunda clínica. Entro a la sala de emergencias de la clínica Altagracia, a pocos metros del otro centro (¡ese maldit…!). Una doctora con cara de mucho cansancio me recibe. Le explico esperando la peor respuesta. Su respuesta me sorprende y me alivia.

- Siéntate. Va a ser un poco molesto.

Me siento. Veo que rebusca entre unos instrumentos que están en una bandeja. Levanta una pinza, cuyos sostenedores son parecidos a una tijera. Inclinó la cabeza. En un minuto la tortura acaba. Me mira.

- Lección aprendida. No te limpies los oídos con un hisopo.

Le doy las gracias y le preguntó cuanto debo pagar. Hace un “chuipeo” con los labios y me dice que nada, que por eso nada.

Me voy.

Pienso en el médico de lo otra clínica y me lamento que lo sea.

lunes, 4 de octubre de 2010

R. Dominicana vista por Junot Díaz


"Ustedes saben lo que está pasando en nuestro país, lo que está pasando en la isla y son los artistas, gente como Rhina Espaillat, que nos ayudan en estos momentos difíciles, a entender lo que está pasando. El arte tenemos que defenderlo porque los religiosos, los hombres de negocios y los políticos no sirven para mucho".

"Para mí no veo nada en el mundo más grande e interesante que mi pueblo de Santo Domingo. Amar a un pueblo es una decisión. Cuando tu vives lejos. Cuando el pueblo no le gusta aceptar a la gente de la diáspora, es difícil amar a ese pueblo".

"Yo quiero a Santo Domingo con un amor profundo, no porque nací allá o tengo padres dominicanos, sino que este pueblo merece un amor profundo. Creo que cualquier persona que conoce este pueblo, el país real, no el de los anuncios, ni el de la máscara, ni lo que dicen los periódicos, se enamora de este pueblo".

viernes, 24 de septiembre de 2010

Mirna Santos: "Amín sigue siendo mi héroe"

Extracto del libro Las viudas de los Doce Años, de la periodista dominicana Ruth Herrera

"A las seis de la mañana, los toque de la Policía nos despertaron. Salgo al balcón y veo que estamos rodeados. Corro donde Amín que manda a abrir la puerta en lo que él se cambia. En lo que suben a la segunda planta sale Amín y les dice yo soy el que ustedes andan buscando. En ningún momento se resiste. Nos sientan en un sillón, el niño de dos años con nosotros, y vemos al fiscal Tucídides Martínez (hermano del periodista Orlando Martínez, asesinado cinco años después) y al teniente de la tropa gesticulando en la cocina. Yo lloro y lloro, presa del terror. Ernesto pregunta por qué mami llora y Amín le dice es que tu mamá no es guapa, cántale La cucaracha para que vea que tú si eres fuerte. El niño había aprendido a cantar en el colegio.

Viene Tucídides Martínez, dice que se va y Amín que no, usted no se puede ir, usted es la única esperanza que tenemos de salir bien de aquí, usted es el responsablede nosotros, usted no nos puede abandonar...Qué va, temblando, se escapa y el teniente de la patrulla dice que va a hacer una llamada para que le den la orden de llevarlo y Amín, pero usted no nos puede dejar solos con éstos. Los del servicio secreto se habían acercado. También el teniente nos deja. Entonces viene Hermógenes, bueno Amín, cállate y vámonos. Amín dice no me voy hasta que llegue el teniente, yo no me voy con ustedes. Empieza el forcejeo, Amín se me pega, yo halándolo, el niño en medio gritando. Pero nos separan, sacan a Amín, trancan la puerto por fuera, yo la empujó inúltimente. Oigo un tiroteo muy grando y salgo al balcón, ayúdenme, Amín, Amín está herido, es lo que creo.

La gente se arremolina afuera, pero la policía no deja pasar a nadie. Pasa un periodista de apellido Jerez en un motor y con su carné se acerca y yo le digo Amín está herido, no me percato de la sangre que corre por la calzada. El se asoma a las escaleras, vuelve y niega con la cabeza. Aparece el teniente corriendo, pero qué tú has hecho y Hermógenes, lo que tú sabías que teníamos que hacer, no te hagas. Suben a un carro blanco y se van. No recuerdo cuánto tiempo pasa, el niño llora y alguien me toca el hombro, cámbiese que ténemos órdenes de llevarla, me dice el teniente. Me doy cuenta que estoy embarrada, de pipí y pupú, se me había salido todo. Baño el niño y me baño yo. Al salir, dice el teniente agárrese de mí, que va a ver algo muy desagradable. Amín, desparramado sobre las escaleras, lleno de sangre, el cráneo destrozado. No había otro lugar para salir. Le pasamos por encima.

El niño quedó muy afectado que no podía controlar sus esfínteres y cada vez que veía a alguien en el suelo le daban ataques de histeria. Lo tuvimos en tratamiento sicológico hasta los 10 años. Uno se queda con la angustia, con el sufrimiento, con los recuerdos que se remueven por dentro. Es díficil darle paso al perdón. A mis hijos los he criado sin rencores y agradezco mucho a la familia de Amín que tampoco ha fomentado eso. Ernesto y Amín harán su propio análisis al final de la jornada. Ambos son estudiantes excelentes y, aunque no son militantes políticos, tienen conciencia de los cambios que amerita la sociedad. Tampoco tenemos que vender nuestro dolor y nos hemos mantenido al margen de cualquier tipo de oferta, de este gobierno las han habido".

Santo Domingo, 1996.

Hoy se cumplen cuarenta años de su asesinato.

martes, 21 de septiembre de 2010

Día cuarenta y siete. Ni con el pétalo de un libro


A propósito del libro de René Fortunato sobre el gobierno de Juan Bosch

No estaba en mi agenda, así que no pude evitar la sonrisa cuando pasadas las 5:00 de la tarde el editor de cierre me dijo que me tocaba cubrir la puesta en circulación del libro “La democracia revolucionaria”, sobre el gobierno de Juan Bosch, escrito por el cineasta René Fortunato.

De ese libro, hasta ese momento, solo había escuchado lo relativo a una controversia generada por uno de sus prólogos. Parece que el historiador Frank Moya Pons puso en tela de juicio las acciones del presidente Bosch en sus últimos años de ejercicio político.

Dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), del cual Bosch fue fundador y que actualmente dirige el gobierno, tronaron contra Moya Pons. El presidente del Senado, el peledeísta Reinaldo Pared Pérez, formó parte del trueno…al parecer no se percató del párrafo a pesar de que la obra fue auspiciada por el organismo que dirige. ¿No lo había leído?

Bueno, fuera del dime y direte político-histórico, estaba ansiosa por saber que tal iría la puesta en circulación del libro, que se presentó nada más y nada menos que en la sala principal del Teatro Nacional. A las ocho en punto estaba en la puerta del teatro.

Protestas y declaraciones
Lo primero que vi cuando bajé de la camioneta del periódico fue a un grupo de peledeístas, pósters de Juan Bosch en mano, repartiendo volantes en los que se oponían a la puesta en circulación del libro hasta tanto no se retirará el prólogo de Moya Pons.

El grupo no sobrepasaba las 12 personas. Contrario a otras protestas vistas, y quizás por el escenario en que estaban, no vociferaban ninguna consigna sino que, simplemente, se acercaban a los que llegaban y les pasaban un volante explicándoles en pocas palabras sus razones. Muchos les pasaban de largo.

La protesta la encabezaba Luis de León, uno de esos funcionarios que están en todas…en todas, y que son muy amigos de las cámaras y las grabadoras. “Mentiras, oprobios y absurdos” fueron algunas de las palabras utilizadas para describir el controversial prólogo.

No pase mucho tiempo curioseando la protesta y me dirigí al vestíbulo del teatro. Mucha elegancia, muchos trajes oscuros, muchos funcionarios. Con grabadora en mano atrape en medio de una declaración al presidente del Senado. “Yo aclaré el tema en una carta que le dirigí (a Fortunato)…si el párrafo se mantiene, para una segunda edición que no cuente con el Senado”.

La advertencia estaba hecha. Aunque viendo el afán de los presentes preguntando por el libro, que costará mil 500 pesos, no creo que Fortunato tenga problemas para el financiamiento de una segunda edición.

Corriendo entre colegas y gente me acerque a Fortunato, quien en otro extremo del vestíbulo daba declaraciones. Dijo que no podía cambiar nada de su libro y no quería, y menos de un prólogo cuyo autor no era él. “Eso en vez de criticarse debe enaltecerse, porque quiere decir que realmente estamos en democracia". Invitó a los que discrepan con Moya Pons a debatir con ideas y respeto.

Y se fue un poco más lejos y dijo que era bueno que “un organismo del Estado como el Senado este auspiciando una obra contradictoria a sus criterios políticos”. La controversia siempre vende.

El acto
Adentro la sala estaba llena. Pregunté por el libro y me dijeron que al final de la actividad estaría a la venta. Bajando las escalinatas me encontré con el historiado Franklin Franco. Lo saludé. Hace unos años fui su asistente.

Sigo bajando y me doy cuenta que no hay lugar para la prensa, así que me acomodo en uno de los asientos vacíos cercanos al escenario. A mi lado se sienta el periodista José Rafael Sosa. El acto empezó enseguida. La presentadora Lissette Selman introdujo la actividad con datos sobre la vida y obra de Bosch (quien fue escritor y de los mejores) y de su corto gobierno de siete meses, cercenado por un golpe de estado que este sábado cumplirá 47 años.

Un corto gobierno que fue el primero democrático después de la dictadura de Trujillo. Gobierno que encabezó con el 60% del favor del electorado. Gobierno que obtuvo con la bandera del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) que fundó en el exilio. Si, a Bosch le alcanzó el ejercicio político para fundar dos partidos, que ahora son antagonistas.

Palabras Pared Pérez: todo lo bueno y grandilocuente de Juan Bosch. Palabras de César Pina Toribio, ministro de la Presidencia y quien hizo otro de los prólogos del libro: enfatizó lo dicho por Pared casi a modo de respuesta a la controversia. “Un gigante de la dignidad y la nobleza” y que, aseguró, “avisó a los dirigentes de su partido del progreso de su enfermedad” (Bosch sufrió Alzaimer al final de su vida) y “propició un traspaso de poder en su partido” que otras organizaciones no hicieron. Ambos elogiaron el trabajo de Fortunato.

René no abundó mucho. Agradeció, ponderó y explicó. El libro es producto del guión que hizo para el documental que presentó el año pasado “Juan Bosch, presidente en la frontera imperial. Más de 400 páginas y más de 300 fotos dijo que tiene.

A continuación, lo formal. Fotos del vicepresidente entregando el libro al ministro de Cultura y al de Educación. Fin de la presentación. Moya Pons no estuvo entre el público que llenó la sala. Cuando llegué a la redacción me dijeron que está de viaje.

Los vídeos
Formalidades finalizadas, llegó el turno de los vídeos. Promociones del cine documental. Imágenes de Salvador Allende, que me aguaron los ojos, patrocinaron un documental sobre su gobierno también derrocado. Le fue peor que a Bosch. Lo sacaron muerto de La Moneda.

Después, otro vídeo promocional. Imágenes de los documentales de Fortunato. Menos mal que ha rescatado esa historia reciente, a la que más fácil se le echa tierra. Mi favorito de todos es La Violencia del Poder, cuyo protagonista es el “Padre de la Democracia” Joaquín Balaguer.

Ya eran las 9:30 de la noche cuando proyectaron un reportaje sobre el libro en cuestión y del gobierno de siete meses de Bosch. Opiniones de varios historiadores, proceso de producción, datos. Momentos memorables de aplausos, muchos aplausos.

Bosch y su discurso de toma de posesión, aplausos. Bosch y sus medidas de gobierno (en la que aseguró que mando a revisar la maleta de su esposa cuando llegó de un viaje para dar ejemplo con el tema de las Aduanas), más aplausos. La sala estaba oscura, así que no podía ver quienes aplaudían, pero mi sentido de orientación sonora me dijo que todos esos efusivos aplausos provenían del público de las butacas de atrás.

El historiador Luis Gómez: “Es un buen trabajo para que muchos peledeístas que no conocen el discurso de Bosch, lo conozca y suelten el de Balaguer”. Aplausos. El historiador Franklin Franco: “un material que, y me disculpan, esta alejado del apasionamiento de otros libros”. Otro historiador, que lamentó no haber apuntado su nombre: “Pone nombres y apellidos a los conspiradores que derrocaron a Juan Bosch”. Aplausos

El historiador y dirigente del PLD Euclides Gutiérrez Félix, quien más espacio tuvo en el reportaje: “Pone las cosas en su justo lugar. Espero que muchos enemigos ideológicos de Bosch corrijan sus errores”. Más aplausos.

Se acaba el reportaje. Faltan pocos minutos para las 10:00 de la noche. ¡El cierre del periódico! Me voy.

Compraré el libro.

P.D. Hoy en la mañana leí en el Listín Diario la línea del párrafo en cuestión y dice: “su compleja personalidad confundía hasta a sus propios colaboradores dentro y fuera del gobierno”.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Día cuarenta y seis. Museo de dictadores

Yo quiero un Museo de los Dictadores Dominicanos. No sólo de Rafael Leonidas Trujillo Molina. No. De todos los dictadores. Buenaventura Báez, Ramón Cáceres y Ulises Francisco Heureaux (Lilis).

Algo si me gustaría copiar de la iniciativa del diputado del PRD Leivin Guerrero, que el museo tenga sede en San Cristóbal, ya que el dictador que más tiempo duró en el poder es oriundo de ahí. La ciudad del Jefe de los 30 años, la ciudad de Trujillo.

¿No son parte de nuestra historia? Pues vamos a conocerlos, de cuerpo y acciones enteras. Sus muertos, sus políticas de arrendamiento, de deudas, sus persecuciones, sus ideologías (la de creerse dueños de un país). También sus creaciones, sus construcciones, su “progreso” a costa de mucha sangre.

El museo también tendría un mausoleo. No sólo los restos de Trujillo. Vamos a acomodarlo a él junto a Báez, a Mon y a Lilis. Todos juntitos, como buenos correligionarios. A Ramón Santana no lo vamos a poder tener ahí, recuerden que está en el Panteón Nacional. Aunque arrebató el poder e hizo con él lo que le dio la gana (lo que incluyó el fusilamiento de varios independentistas y la venta del país a España para convertirla de nuevo en colonia), sus tropas lucharon las guerras que nos dieron estatus de nación. Si quiere obviar ese hecho, no hay problema.

Vamos a dejar el desgano por la historia. Vamos a arriesgarnos a vernos en esos espejos. Vamos a mostrar todas las caras. Vamos a ver a los antihéroes, así quizás podamos reconocer lo mucho que aún nos queda de ellos y, quizás, nos dé por exorcizarnos.

Vamos ¿A que le tememos?

jueves, 19 de agosto de 2010

Día cuarenta y cinco. Amet: el muerto pobre y el muerto rico

Trabajo en un edificio ubicado en la intersección de la avenida Abraham Lincoln con la calle Max Henriquez Ureña, en Piantini. Recuerdo que hace unos meses un chirrido constante que venía desde fuera interrumpió las labores de la redacción donde trabajo. Algunos nos aproximamos a una ventana y descubrimos la razón: Un vehículo hacía “ceritos” (giraba sobre su eje) en una esquina hacia el sur de donde estábamos.

Uno de los “jevitos”, uno de los “hijos de papi y mami” haciendo gala de su mega máquina sobre ruedas. Lo hacía en una esquina donde hay varios restaurantes, un domingo. Todavía no eran las 9:00 de la noche. Muchas personas en la acera, parte del mismo club, celebraban la hazaña. Más tarde, varios vehículos subían y bajaban la vía a gran velocidad.

La escena es común en esta vía y, contrario a las famosas y recurrentes redadas de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET), parece que no existe forma de controlar estas imprudentes acciones. La explicación ante el “descuido” cae de la mata: hijos de personas influyentes. El dinero inclina la balanza

El fin de semana pasado está “divertida práctica” tuvo una víctima. Raúl Vila, de 25 años, murió al chocar su Ferrari en una esquina de la vía de los jevitos, o sea, la Lincoln. Testigos aseguraron que violó una luz roja e iba a una velocidad imprudente. Debió ser bastante la imprudencia de su velocidad, pues el vehículo se partió en dos.

Fuera de la nota trágica, lo sorprendente es que la AMET envió un comunicado excusando al joven. Si, excusándolo y negando lo que testigos presenciales había visto ese sábado en la madrugada.

Ayer, a las 6:00 de la tarde, un agente de AMET mató de un disparó a un joven. El incidente fue bastante confuso. Llegué al lugar una hora después de lo sucedido. Solo vi el charco de sangre. Recogí las versiones. Juanito. Juanito Jiménez Castro. Así se llamaba el muchacho. Me dijeron que los casquillos fueron recogidos del lugar por los agentes. La Policía Científica llegó. Sólo estaba el charco de sangre.

Juanito trabajaba cerca. Salió a buscar su cena y murió. Los motoristas del transporte interurbano (motoconchos) se estaban enfrentando con los AMET en una vía cercana a un sector de clase media, media baja y pobre. Era una de esos operativos en que se trata de poner control con amenazas de multas y incautación a los motoristas que no usan cascos protectores, que no andan con los papeles al día... Por más que pienso no entiendo cómo pudieron llegar hasta el punto de disparar al grupo de motoristas. Pero pasó y Juanito está muerto.

Hoy leo en los periódicos. “Hay agentes apresados”, “…los agentes respondieron a una agresión”, “…formaran una comisión (si, de esas que investigan y nunca se sabe que fue lo que investigaron) con el Ministerio Público para indagar el caso”.

No hay comunicado de AMET. No hay condolencias para la familia de Juanito. La fuerza para el orden es necesaria contra los motoristas, pero jamás se ven tan diligentes para ir a la Lincoln y poner a ralla a los “hijos de papi y mami”, a los que manejan Ferraris a gran velocidad y se pasan una luz roja, a los que hacen “ceritos”. Los operativos nunca van a la Lincoln. Juanito y Raúl son diferentes, aunque estén muertos.

jueves, 29 de julio de 2010

Día cuarenta y tres. Tradicionales y alternativos


Esta semana la página web Wikileaks (muy parecida a Wikipedia) destapó otro escándalo que ganó espacio en portadas de varios periódicos y de primicia en los demás medios de comunicación. Dio a conocer documentos filtrados sobre manejos no muy claros de la guerra que mantiene Estados Unidos en Afganistán e Irak. No es la primera vez que lo hace. Meses atrás colgó los videos en que un caza norteamericano mataba civiles sin ningún miramiento (entre ellos dos periodistas) en Irak.

Sobre el caso surgen preguntas si estos documentos son filtrados a propósito. No obstante, el contenido de este portal ha causado y amenaza con seguir causando más de un dolor de cabeza. Podríamos decir que este portal hace un trabajo de periodismo alternativo al tradicional, una especie de “otra voz” que podría significar un equilibrio frente a la información oficial y en esta característica me quiero detener.

Los medios tradicionales son conocidos por todos. En el caso de la República Dominicana están todos los periódicos de circulación nacional, informativos radiales y televisivos. Son los que usualmente utilizamos para informarnos “de lo que pasa en el mundo”. Todos, sin excepción, son propiedad de alguien; y ese alguien en estos tiempos está usualmente representado por un grupo económico.

Esto no es una novedad. Aquí y en todos los demás países los medios tradicionales tienen dos sostenes: publicidad y recursos de los grupos o grupo que asume su propiedad. Esta naturaleza los inclina en ocasiones a un lado de la balanza; y en otros momentos, al otro lado de la misma balanza. Podríamos decir que es una objetividad parcial, toman la parte de la realidad que les conviene en casos específicos (aunque en algunos casos mienten abiertamente). Por ejemplo, si un proyecto perjudica a un grupo económico dueño de un medio de comunicación, ese medio elige uno de tres caminos: 1) no trata el tema; 2) usa herramientas veladas para desmeritarlo o; 3) asume una abierta posición en contra de la iniciativa, aunque eso signifique perder credibilidad.

“Nadie afila cuchillo contra su garganta”, dice un adagio popular. Claro, esto no significa que todo siempre sea así, pues los medios tradicionales no siempre están en guerra con sus intereses, ni asumen todo el tiempo la presión de otros grupos; sean políticos, económicos o sociales.

Pero en este escenario también participan los medios alternativos. Según el diccionario de la Real Academia, alternativo significa: 1. adj. Que se dice, hace o sucede con alternación. 2. adj. Capaz de alternar con función igual o semejante. 3. adj. En actividades de cualquier género, especialmente culturales, que se contrapone a los modelos oficiales comúnmente aceptados.

Entonces, ¿qué sería un medio de comunicación alternativa? Aquel que nos presenta una opción diferente al tradicional, que se hace la pregunta que no se hace el tradicional, que aprovecha las fisuras de los medios tradicionales para sacar otro filo a la información o para revelar esa parte de la realidad que los tradicionales (por defensa a sus intereses) no pueden o quieren mostrar. Dar peso a la balanza del otro lado.

Uno de los escenarios que en los últimos tiempos ha servido a los medios alternativos es el Internet, como es el caso de Wikileak. Los blogs han sido canales para este fin y dieron mayor apertura a lo que muchos denominan periodismo ciudadano, que tiene sus pros y sus contras (estos últimos a veces tan oscuros como los contras de los tradicionales).

No obstante, y observando algunos acontecimientos recientes, tengo la impresión de que en nuestro país muchos han confundido esta alternatividad. Esta situación la veo con más frecuencia en los blogs “informativos” que sólo de dedican a ser ecos de las noticias ofrecidas por los medios tradicionales.

Unos se dedican sólo a linkear las informaciones publicadas en la web de los medios tradicionales, la mayoría de las veces sin ni siquiera dar los créditos. Otros acompañan el linkeo con un comentario fuera de lugar o amarillista sin ningún objetivo más allá del morbo y sin aportar ninguna nueva visión a la información. Otros, en la peor práctica, se dedican al copy paste sin atribuir fuentes y, en ocasiones, hasta modificando el texto a su antojo.

Supongo que es la ley del menor esfuerzo. Es más fácil linkear o copiar que sentarse algunos minutos y hacer preguntas válidas frente a la información que los tradicionales presentan y buscar posibles respuestas amparados en datos o informaciones conocidas con anterioridad en las que nadie repara. En ocasiones, algunos confunden la naturaleza de su propio sitio web en presentarlo como un espacio de información noticiosa de actualidad, cuando lo que hacen es más un trabajo de revista de espectáculo.

Un ejemplo reciente fue la cobertura de la llegada de Sobeida Félix Morel al país. Las fisuras de los medios tradicionales en esta cobertura estaban a la orden del día. Muchos “alternativos” en vez de hacer criticas coherentes, preguntas que hacían falta hacer, asumir huecos informativos y tratar de guiar a sus lectores a aspectos que parecían no importar a los medios tradicionales, se dedicaron a ser simple repetidores de lo ya dicho o visto.

En este caso, recuerdo que un periodista el día en que fue llevada Sobeida al tribunal sólo se le ocurrió preguntarle “¿Qué se siente ser la mujer más famosa del país?”. (¡¿?¡) Un asunto tan baladí estuvo por encima de preguntarle ¿Cómo salió usted del país? ¿Se comunicó con sus hijos durante los diez meses que estuvo en Puerto Rico? ¿Cómo logró evadir su captura durante todo ese tiempo? ¿Acompañaba usted a Figueroa Agosto el día de su detención?

¿Qué hicieron los “alternativos”? Replicar hasta el cansancio la misma cara sonriente de Sobeida y Mary Pelaez, asumir comentarios morbosos sobre esa actitud, la pregunta de ese periodista parece que no les llamó tampoco la atención, hacer relaciones amarillistas del aspecto de Sobeida…o sea, un largo etcétera que lo único que hacia era reforzar el único lado de la balanza que parecían presentar los medios tradicionales.

¿Eso es ser alternativos?