jueves, 3 de septiembre de 2015

Refugiados sirios: más que la indignación

Campo de Yarmouk, en Damasco, marzo del 2014, donde más de 18.000 personas siguen hoy atrapadas entre el fuego cruzado del régimen y de los grupos rebeldes. Foto Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos.

Hace algunos años, cuando la guerra civil se desató en Siria, los reporteros empezaron a reportar sobre ella. Desde diversos ángulos, periodistas y fotógrafos y camarografos, muchos de ellos freelancers, empezaron a mostrar los horrores de una guerra interna, alimentada desde afuera también, que diezmaba a Siria.

En ese momento, empezó la fuga, pequeña pero desesperada, de familias. Los primeros llegaron a fronteras cercanas, y se crearon campos de refugiados. Los voluntarios de siempre, las ONG's de siempre, fueron en su auxilio. A medida que la guerra se intensificaba, más gente empezó a huir de ella. Pero en ese entonces parece que no importaba mucho. Las fotos que se reportaban cada día de Damasco bajo fuego, los vídeos, los reportes, no indignaban en las redes. Los voluntarios, las ONG's, la ONU comenzaron a advertir sobre la crisis humanitaria, sobre la avalancha de personas que huían de la guerra. Europa parecía no estar preocupada.

Empezaron a secuestrar y a asesinar periodistas, fotógrafos y camarografos junto a los aterrados sirios que huían. Las advertencias sobre lo que pasaba seguían. Y desde antes, y durante ese momento, se reportaban niños muertos, mujeres muertas, hombres muertos. Por miles. Pero no parecía haber escándalo por ello.

El escándalo del horror sirio se conoció cuando creció la avalancha de refugiados, cuando superaron las fronteras cercanas. Ahora sí, se empezó a hablar de crisis, de crisis humanitaria.
Y ahora estamos viendo fotos de los niños muertos, de las mujeres muertas y de los hombres muertos...fotos precedidas por otras miles más que no vimos, que muchos pasaron por alto, que no nos importaron.

Estoy lejos de ese lugar, de Siria, de Europa. Tengo años viendo las fotos que han documentado el horror sirio. Ahora pienso en lo extraños que a veces somos, me detengo por minutos en los mensajes de superioridad moral que se hacen más frecuentes en las redes sociales, pienso en esos primeros periodistas, camarografos y fotógrafos que mostraban lo que pasaba desde el inicio de esa guerra. Pienso en otras guerras pasadas, otras guerras civiles, otros refugiados. A República Dominicana, este pedazo de isla tan lejano de esos lares, llegaron refugiados en el pasado siglo XX. Pienso que quizás, que es probable, que alguna familia siria llegue también ahora a este pedazo de isla...

Pero también pienso en las eternas crisis humanitarias, las que siempre están cerca de nosotros, las que obviamos y me pregunto si estas cercanas que tenemos no nos mueven a nada...¿nos mueven las lejanas? ¿No será mucho pose de nuestra parte?

A veces quisiera tener esa superioridad moral que algunos exhiben, y que hace que muchas veces sean capaces de señalar a otros que ni siquiera conocen, asumiendo que "yo soy más sensible que tú", "yo hago más que tú por indignarme en las redes", "yo..yo yo yo...". Entonces todo se convierte en la burbuja de nosotros mismos.

He visto y veo a diario a gente dar, entregarse, solidarizarse, acompañar a los demás. Que están a diario en las crisis humanitarias cercanas, las de siempre, y hacen eso pequeño, y buscan sumar otros esos pequeños sin subirse en altares de altruismo. Lo veo a diario y se que siempre están y vendrán otros y serán, como esos primeros reporteros, camarografos, fotógrafos, como los voluntarios de siempre, las ONG's de siempre, la gente de a pies de siempre.

Leo esta nota "No queremos ir a Europa, sólo paren la guerra en Siria". Leo lo que dice este niño. Y espero de verdad que un día pueda regresar a Siria sin guerra, a su hogar, aunque nada sea como antes, aunque nada vuelva a ser como era, aunque tenga que crear otro hogar en otra Siria.


Kinan Masalemehi, refugiado sirio. Fuente Al Jazeera/Huffington Post