lunes, 18 de junio de 2012

Día ochenta y tres. Salcedo

Heridos sacados de hospital por militares durante paro en Salcedo. Foto tomada de portal Noticias SIN.
Mi referencia más cercana con la fuerza del Estado contra el ciudadano son los Doce Años de Joaquín Balaguer. Un gobierno "democrático" que perseguía, torturaba y mataba por razones políticas. 

Es famosa aquella respuesta en una rueda de prensa del entonces presidente Balaguer en la que decía que todo se debía a "fuerzas incontrolables". Cínico, como siempre lo fue, Balaguer hacía caso sordo a cualquier reclamo y sus respuestas eran así, enigmáticas y con ese dejo de burla de aquel que sabe que tiene el control del poder de un Estado y recurre a todo para justificar sus acciones, aunque estas cuesten la vida y la integridad de los ciudadanos que supuestamente gobierna bajo el mandato de un voto (cabe aclarar que Balaguer, y de acuerdo con datos que puede buscar confirmar), nunca ganó unas elecciones de manera legitima, y en muchas ocasiones ni siquiera legal).

El preámbulo viene al caso ante lo ocurrido recientemente en la provincia Hermanas Mirabal, en su municipio cabecera de Salcedo. Una huelga convocada por un grupo de que no tengo mayor referencia de unas ruedas de prensa y paros con tintes violentos. La razón del paro: la muerte no resuelta ni investigada de un deportista ocurrida en febrero pasado. Resultado: tres muertos civiles y la militarización "de película" de la zona. 

De la protesta y su origen se tejen todas las hipótesis, que incluye la supuesta influencia de Partido Revolucionario Dominicano (PRD), quien perdió el mes pasado las elecciones presidenciales ante el Partido de la Liberación Dominicana (PLD),  y que supuestamente buscaría hacer "ronchas al gobierno". Pero esta hipótesis olvida algo y ese algo que olvida me atemoriza: la muerte de tres civiles y el abuso policial y militar documentado durante esos días de paro.

Y la referencia de Balaguer regresa.

Por esos mismos días, en Paraguay, ocurrió la matanza de nueve campesinos y varios policías en un desalojo en una zona rural. El mismo día del hecho, el presidente paraguayo reunió a los organismos implicados en ese desalojo, destituyó al ministro de Interior y al comandante policial que dirigió la acción. No se discutió si esos campesinos estaban o no legalmente ocupando ese terreno, se decidió en primera instancia por el abuso cometido y las muertes que pudieron ser evitadas.

Al conocer esto, no puedo evitar preguntarme por qué el gobierno dominicano calla ante las muertes de los civiles, incluyendo la de una embarazada asfixiada por los gases de las bombas lacrimogenas lanzadas por la Policía, del hecho de los militares entrando a un hospital y sacando heridos para llevarlos presos (uno de ellos murió).

Y el presidente, el saliente de agosto, calla. Y la Policía anuncia sin dar muchos detalles que están detenidos "los policías implicados", pero no dicen si serán sometidos a la justicia, ni se sabe "quienes mataron a los jóvenes". Tampoco se dice quien ordenó que militares entraran a un hospital y sacarán heridos en la cama de una camioneta, no se dice nada más que esos paños tibios usuales de que "una comisión investiga".

Los muertos, parecen ser solo eso, muertos. Ni la cacareada sociedad civil parece reparar en la atrocidad de todo esto.

¿Fuerzas incontrolables, señor Leonel Fernández? Su silencio y la falta de acciones de su saliente gobierno son tan cínicas como Balaguer y sus Doce Años.