
Durante mis años universitarios, mientras estudiaba periodismo, me toco leer algunos textos relacionados con la imprenta, la radio, la televisión, los periódicos y el internet. Todos estos medios de comunicación se convirtieron en su momento en el “último grito” que amenazaba otros sistemas ya establecidos de difusión y relación comunicativa entre los seres humanos.
Cada uno de estos medios significó una revolución en la manera de relacionarnos en su momento. En el caso de la televisión muchos apostaron a la desaparición de la radio, pero eso no ocurrió. Ambas han sabido mantenerse.
La última de ellas, el internet, ha impuesto el cambio también. Este ha conjugado y maximizado todo lo que antes habíamos experimentado. Dio otro giro más a la manera de relacionarnos e, igual a los demás, incluyo lo bueno y lo malo. En los últimos años al internet se ha integrado un elemento que ha dado mucho de qué hablar: las redes sociales.
Las redes sociales son una herramienta de comunicación que no dista mucho de sus predecesores cercanos y lejanos. Es otra forma de comunicarnos, en la que confluyen cosas buenas y cosas malas, porque expresan lo que somos: humanos imperfectos.
Una de las cosas que veo con frecuencia es que muchos usuarios de las redes sociales se quejan de ellas. Sé por experiencia propia que una de las cosas más difíciles para los seres humanos es la de conciliar su contradicciones. Esta es la lucha constante de muchos de nosotros, pero no puedo evitar ver que en esta quejadera de las redes sociales dentro de las redes sociales existe poco sentido común.
“Me molestan los anónimos en mi blog”. “¡Cuántos hipócritas!”. “El facebook es un espacio de chisme”. “Que perdedera de tiempo con el twitter”….etc, etc y etc.
Primero, no acabo de entender el drama con las redes sociales. Se supone que son usadas por seres humanos, personas con defectos y virtudes. Lo que en la vida real está, sale tarde o temprano en la vida virtual. Hasta los que intentan hacerse de una personalidad que no es la suya, un avatar divorciado de sí mismo, en algún momento su “verdadero yo” sale a relucir.
Por otro lado, si tengo problemas con un anónimo en mi blog la misma herramienta me ofrece el medio para controlar eso. No tengo que hacer escenas virtuales exageradas de indefensión. Si considero que el FB es un “espacio de chismosos” y eso me molesta la pregunta se cae de la mata: ¿Qué hago entonces inscrita en el FB? O si es el caso de que las actualizaciones o comentarios de una persona en específico no me agradan, las opciones para borrarlo u ocultar eso contacto están ahí…a menos que el chisme me entretenga tanto.
Esto también aplica, supongo, que en el Twitter. De esta última herramienta no puedo abundar pues no tengo cuenta en esa red social.
Para unos las redes sociales son una herramienta de trabajo. Para otros de entretenimiento. Para otros una simple moda. Para todos es importante siempre saber que esas redes son HERRAMIENTAS, NADA MÁS. NO TIENEN VIDA PROPIA. La vida de las redes sociales se la damos nosotros y si algún defecto tienen ese defecto esta en un solo lugar: NOSOTROS MISMOS.