lunes, 19 de abril de 2010

Día treinta y cinco. Los famosos y sus ayudas


Las tragedias suelen unirnos, pero existen personas que no necesitan de un terremoto como el de Haití para colaborar. Personas que son voluntarios siempre, que ayudan siempre, que se solidarizan siempre. Personas que trabajan en asuntos que no merecen cámaras y que son los primeros en llegar antes de que la prensa nacional o internacional llegue y son los últimos en irse cuando ya la atención noticiosa hace rato que se mudó de lugar.

Otros sólo están para la cámara, para el momento. Sólo corren a ayudar cuando hay cámaras, muchas cámaras. Apoyan cuando la tragedia es el centro de atención y motivo de titulares. Lloran delante de las cámaras, pasan comida delante de las cámaras...son delante de las cámaras. Llenan sus blogs, FB y twitters con los hechos que su mano izquierda no debería conocer. Son los primeros que se van cuando ya no hay cámaras.

Otros organizan conciertos para ayudar con boletas que pocos pueden comprar y con un VIP que alcanza el costo de 1,000 dólares. Y el concierto llega después que el país en tragedia ha recibido miles de millones en ayuda y le han condonado toda su deuda externa. El concierto es noticia, es primera plana.

En estos grupos están los famosos y no famosos. Los actores y cantantes, así como los de "a pie".

Quiero detenerme en el primer grupo.

Aún muchos de "a pie" siguen empacando agua y alimentos, llevando gasas y medicamentos a los hospitales en el país de la tragedia, coordinando ayuda. Muchos de ellos han hecho este trabajo por años aquí, en su país. Y los que no son de aquí también viven del abrazo solidario al prójimo en sus propios países. No necesitan cámaras, ni primeras planas, ni fotos para una nota de prensa.

Otros famosos también hacen lo mismo. Con más recursos y una que otra cámara se mueven de un lugar a otro. Se solidarizan con o sin cámaras, con o sin fotos, con o sin primera plana.

Un famoso de estos que anda dando un poco de sí me ha dado una de las mejores lecciones de vida. Es un actor norteamericano que admiro. Hace dos años ganó un Oscar por caracterizar a un homosexual que luchó contra la discriminación que suele castigar a la gente que tiene una opción sexual diferente a la heterosexual. La película se llama Milk y está basada en hechos reales. No comulgo con muchas de sus ideas, en especial por su apoyo ciego a Hugo Chávez sin mirar la otra cara de la moneda.

Sin embargo, Sean Penn se ha quedado en Haití después que se fueron las cámaras. Está ahí desde hace más de un mes. Ahí trabaja, coordina la ayuda, vive con el dolor que ha dejado la tragedia y pasa su brazo para solidarizarse. Dejó su cómoda vida para instalarse ahí y ahí está sin notas de prensa, sin fotos, sin conciertos rimbombantes cuando ya se han recaudado miles de millones de dólares. Está de cerca como muchos otros de “a pie”.

Una gran lección.

Sean Penn reconstruye Haití con sus manos

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué post más bonito y cuánta razón tienes!

Argénida Romero dijo...

Gracias, Vir