sábado, 12 de mayo de 2012

Berlín, con amor (1)


El viaje

Todo es más grande aquí, y más ancho. Las calles, los edificios, el túnel que pasa por debajo de un río. Líneas rectas. Muchas líneas rectas. Solo un elemento parece divorciado a todo lo demás. Los grafitis.
Estoy en Berlín.

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Un día a inicios de abril llegué a la redacción del periódico y uno de los editores me esperó con una noticia. “Revisa tu correo. Es algo de un viaje, de la embajada alemana. Es para gestionar eso esta semana”.

¿Viaje? ¿Embajada alemana? ¡Oh, sí! Hace dos años aplique para ese viaje, pero no me seleccionaron. Esta vez la historia fue diferente.

Diligencias rápidas. Muchos correos. Cartas. Jana me recibió en el consulado alemán con una amplia sonrisa y en un perfecto español. Dos semanas antes del viaje tenía el visado, nada de conocimiento de alemán, un itinerario de un taller para periodistas que será en español y la emoción de viajar a Europa. Espero sobrevivir con el inglés de mercante que se manejar.

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Santo Domingo. Viernes, once de la mañana. La fila para el check in es larga. Mi esposo y yo hablamos sobre el clima de Berlin, lo que debo preguntar, como debo manejarme. Ver las pizarras en los aeropuertos, no olvidar la laptop como lo hice en Costa Rica. Su laptop.

Dos horas más tarde cruzo migración. Había olvidado el procedimiento. Lo mismo de hace tres años, cuando viaje por última vez. Quitarse los zapatos y ponerlos en unas bandejas de color gris, con el equipaje de mano. Sacar la laptop del bulto  y ponerla en otra bandeja. Esta vez, es mi laptop. Pasar por el detector de metal. Hacer el proceso a la inversa. Veo que revisan las maletas de dos pasajeros. Llevan botellas.

- ¿Es la primera vez que viaja?
- No
- ¿Dónde a viajó la última vez?
- A Costa Rica
- ¿Es la primera vez que viaja a Europa?
-
- ¿A qué va para allá?
- Estoy  invitada a un taller de periodistas.
- Es periodista.

Revisa mi pasaporte y repara que mi nacionalidad y la ciudad donde nací no coinciden.

- Nació en Venezuela pero es dominicana.
- Sí, me nacionalicé hace unos años. Nací en Caracas.
- ¿Tus padres son dominicanos?
- Solo mi madre. Mi padre es colombiano.
- ¡Guao! Tremenda mezcla.

Sonríe. Sella el pasaporte y me lo devuelve. Me desea buen viaje.

Hace tres años, cuando viajé a Costa Rica la experiencia fue diferente. Me llevaron a un cuarto para hacerme preguntas junto a dos dominicanas más. Esa vez no viajaba como periodista. Iba a un festival de poesía. Me hicieron preguntas que no recuerdo, hasta que uno de los preguntones, revisando mis documentos, se dio cuenta que era periodista y me reclama el porqué no se lo dije antes. “Es que no viajo como periodista”, le dije. Me entregó los documentos sin la cara de sospecha que tenía minutos antes.
En Costa Rica fue peor. Un mar de preguntas. Dudas sobre mi estadía. Luego alguien me explicó la posible razón.

Sospechas de prostitución.

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Do you speak Spanish? Eso me dijo Luis Daniel que preguntará cuando llegará al aeropuerto. Ya que mi inglés hablado es lo más parecido a un tartamudeo básico de frases simples.

Pensé en la pregunta minutos antes de llegar al aeropuerto de Franckfurt, después de diez horas de vuelo. Nunca había estado tanto tiempo en un avión. Iba muy pendiente de mi embarazo. Tengo 18 semanas. Mi doctora me dijo que no habría problemas con viajar. Pero el complejo de nido me hacía mantener las manos en la insipiente panza que me crece.

Luego de salir del avión me doy cuenta que el aeropuerto es enorme. Veo las señales y camino. Evito preguntar por ahora. Entro al baño. Salgo. Sigo flechas cuyo sentido común me indican que van hacía migración. Veo una fila. Supongo que ahí es, pero me entra la duda. Veo a un chico tras un mostrador de cambio de divisas.

- Do you speak spanish?
- No. Only English.

Le enseño el boleto de transferencia.

- You have ask this man.

Sigo su dedo. Veo un chico con chaleco rojo.

- Thanks.

Me acercó al chico del chaleco rojo.

- Do you speak spanish?
- No.
- English?
- No. A Little
- Inmigration?
- Here.

Me señala la fila que vi momentos antes. Me formó. Minutos después frente al agente hago la misma pregunta. Me contesta que no, pero que habla inglés. Me armo de valor. Medio trato de comunicarme y me entiende. Le pasó el pasaporte, me pregunta el motivo del viaje. Traigo una carta de la embajada alemana en Santo Domingo…escrita en alemán. Se la paso.

- You are journalist.

Sonríe. Sella el pasaporte y me desea buen viaje.

El aeropuerto de Franckfurt es enorme. Camino. Hago otra vez la consabida pregunta. La respuesta es, otra vez, no. Le enseño el ticket. Me dice en un inglés muy entendible donde seguir. Sigo, dobló a la derecha. Sí, esto es enorme, me digo. Tomo fotos. Me siento un rato. Trato de conectarme a internet, pero no hay Wi fi disponible. Veo a empleados en bicicleta dentro del aeropuerto. También carritos pequeños que mueven personas y equipajes de un lado a otro. Frente a mí, dos mujeres con burka conversan y vigilan a dos niños que corretean cerca de ellas.

Otra vez sigo el sentido común de los letreros. Leo el  nombre de la línea aérea donde me toca viajar, pero las estaciones están cerradas. Veo unas máquinas, parecidas a los cajeros, las mismas que vi en la página web de la línea aérea. Con los datos de tu vuelo te imprimen el ticket. Marcó las instrucciones en español, pasó mi pasaporte por un lector, introduzco los datos de vuelo y ahí está. Ticket en mano veo que el pasillo sigue largo. Vuelvo a preguntar, esta vez en una estafeta de información.

- Do you speak spanish?
- A Little, but it is better in english
- Ok.

Le enseño el ticket. Toma un pequeño papel. Anota la salida del vuelo y me dice en español.

- Siga al final del pasillo y doble a la derecha.

Me sonríe y yo le sonrió.

Hora de abordaje. Dejó de observar a la señora con burka que carga a su beba y le da biberón. A su lado, su esposo –supongo- lee en un IPad. Solo vi los grandes ojos de la mujer. Era lo único que tenía descubierto.

Me formó en la fila y pasó el ticket por un lector.

Una hora y media después, a las 9 de la mañana del sábado (tres de la mañana en Santo Domingo), llego a Berlín.

Estoy en Berlín.

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