No recuerdo el día exacto, pero fue en marzo del 2012, hace
tres años. Tenía pocas referencias de ella cuando me enteré que vendría al
país. Busqué información sobre Lydia Cacho y me negué a no conocerla. Busqué la
entrevista. La conseguí. Pero nunca fue publicada.
¿Por qué? No interesó. Había salido una entrevista de ella en otro periódico. Guardé el audio. La agenda diaria me
tenía bastante ocupada. Un día decidí transcribirla, pero aquella grabadora no
tenía puerto USB para grabarla en la computadora. Los afanes del diarismo me
hicieron olvidar por un tiempo el texto a medias de la entrevista.
La grabadora se dañó.
Guarde el texto, como una especie de vergüenza del trabajo
descuidado. El año pasado pedí por Amazon su libro “Esclavas del Poder”. Fue
una revelación. Volví al texto con culpa. Pensé en publicarlo en el digital del
diario donde trabajo, pero las fotos no aparecieron en el archivo.
Hoy en la mañana empecé a recordar algunos detalles del día
en que la entrevisté.
Estuve varios minutos sentada en el lobby. Se me acercó un
señor, ahora no recuerdo el nombre, que me saludó y me llevó al ascensor a la
habitación donde se hospedaba. Recuerdo su efusivo saludo. Ahí estaba también Cristina
del Valle, una activista y cantante española. Tomamos jugo de naranja. No
recuerdo ningún detalle de lo que hablamos antes de encender el grabador, pero
si recuerdo con detalles el escenario tras la ventana. Cielo gris, el mar, las
palmas y los autos.
Decidí publicarla hoy, a esta hora de la noche. No puedo
negar que siento tristeza, como una especie de falta de empeño. Me gustaría
tener una vía ahora para comunicarme con Lydia, decirle que lo siento por
descuidar sus palabras, por no pelear aquella entrevista, para decirle que a
pesar de que sabía que no la publicarían, me mantuve horas transcribiendo lo
que me dijo y que de vez en cuando releía sus palabras. Decirle que la admiro
de corazón, que agradezco su trabajo como periodista por las mujeres que
sobreviven en las grietas de este mundo.
Este domingo es día de la mujer. “Argénida, ¿crees que es
necesario que se celebre un Día de la Mujer?”, me preguntó hace unos minutos un
compañero en la redacción. “Sí, estoy segura que sí. Aun a las niñas les cortan
el clítoris. En muchos países las matan por acusación de adulterio. Necesitamos
un día para visibilizar eso”, se me ocurrió responder. Claro que en esto que
dije hay mucho más, hay mucha falta de derecho a vivir de muchas, millones, de
mujeres.
Pensé en Lydia, en su trabajo, en el riesgo que ha
significado para ella exponer el derecho a una vida mejor de las mujeres.
Ahora les dejo sus palabras, maceradas durante tres años,
pero que siguen siendo tan vigentes hoy en día. Es una entrevista larga, pero les aseguro que cada palabra vale su peso en oro.
Lydia Cacho. Foto: Fundación Lydia Cacho/Facebook. |
¿Cuál crees que
sea la razón de que a pesar de los avances, la modernización y la preeminencia
de la era globalizada la violencia contra la mujer es una realidad tan
dolorosa?
La violencia contra las mujeres está directamente relacionada
con ciertos valores culturales, es decir, cada vez que la gente dice que
tenemos que cambiar los valores tiene razón.
Ahora, ¿qué valores va a suplir por los valores del machismo, el
sexismo, el racismo? Es decir, si constituyen valores culturales, sociales,
religiosos.
Por un lado, encontramos que los países más avanzados,
digamos no colonizados en los siglos recientes, tienen exactamente el mismo
renacimiento de estas formas de violencia contra la mujeres. Encuentras la
trata de mujeres, la violación sexual de niños, niñas y adolescentes en países
tan avanzados como Suecia y Noruega. Incluso sus leyes están muchísimos mejores
que las nuestras. Pero también lo encontramos en Latinoamérica, en África, en
Asia. No hay un solo continente que se libre de la violencia contra las mujeres
y el nacimiento de esta violencia tiene que ver mucho con la discriminación que
se convirtió en un hecho absolutamente naturalizado por parte de los padres de
la democracia.
Entonces, si no analizamos los patrones de la construcción
sociocultural desde los griegos, de los grandes filósofos, no podemos entender
lo que nos pasa hoy en el siglo XXI. Somos producto de nuestro pasado y solo
tenemos la habilidad de transforma el futuro, pero solo lo podemos hacer
revisando a través del presente como nos construimos como seres humanos. Todas
las personas estamos llenas de contradicciones, y como las personas las
sociedades están llenas de contradicciones y entonces encontramos todas las
formas de violencia discriminatorias que tienen mucho que ver, justamente, con el
avance de la globalización y con los valores y el capitalismo.
(En este momento suena
un móvil. La llamada es para el fotógrafo)
Tenemos que entender el papel que juega la globalización y el propio
capitalismo es un subproducto de estas nociones culturales. Es decir, el
capitalismo cuando se dice, como se decía en los setentas, el capitalismo
salvaje es lo que es. Es un capitalismo, que no creo que sea salvaje, es absolutamente
moderno en el peor de los sentidos. Hereda todas las taras sociales que tienen
que ver con discriminación, el racismo, la competencia descarnada, la
explotación laboral. Todas las victorias que se lograron en la mayoría de
nuestros países, hablando de Dominicana y México, a partir de las grandes
batallas de los derechos laborales se han ido perdiendo a través de
implementación del capitalismo en esta supuesta democracia avanzada. Lo que
tenemos en realidad son democracias electorales, pero no tenemos democracias
sociales y lo tenemos que aprender que distinguir.
Las mujeres hemos perdido con la democracia. Hemos logrado
el voto pero aquí estamos dando la batalla. Las mujeres nos quejábamos en los
años setentas de que teníamos una doble jornada y ahora tenemos una triple
jornada. Somos profesionistas, jugamos un papel importante en el ámbito de
nuestras vidas privadas, casi siempre liderando las familias, y por otro lado,
somos quienes estamos tratando de cambiar el mundo, no solo porque nos afecta a
nosotras sino porque afecta a los demás. En el mundo entero el 90 por ciento de
las organizaciones que están promoviendo la paz y la igualdad están constituida
por mujeres y en ellas trabajan mujeres. Hay una triple jornada que tiene que
ver con la reconstrucción del mundo y en ese sentido hay un andanada tremenda
de agresiones contra las mujeres, porque por supuesto el patriarcado sigue. El
patriarcado es también hijo del capitalismo y de esta democracia electoral que
tenemos.
"Muchas mujeres educan en la desigualdad porque son producto de la desigualdad. Y muchos hombres educan en la desigualdad con su ausencia, porque en la desigualdad le han dicho a los hombres desde niños que son dueños de lo público y que no son dueños de lo privado, lo que hacen es seguir los valores del machismo porque así los educaron".
¿Desde qué punto,
entonces, podríamos gestionar los cambios ante la violencia de género?
Los cambios se han llevado a
cabo. Es decir, Dominicana tiene una ley importante en violencia intrafamiliar,
modificada en el 97. Eso es importante y es, evidentemente, un logro de las
mujeres y algunos hombres políticos que pudieron entenderlo y fueron instruidos
y acompañarlos por movimiento de mujeres para entenderlos y ese logro no puede
descalificarse.
Sin embargo, lo que necesita
Dominicana, igual que México y que lo logramos y que necesitaba España y otros
países, es una ley general integral. Es decir, cuando tu produces una ley que
no es integral, que no esta reglamentada en todas las provincias, para que de
esa ley no solamente surjan los principios jurídicos de protección a las
victimas sino también una transformación integral del sistema de justicia
penal, para que haya un sistema de justicia penal acusatorio, en el cual las
victimas no tengan que hacer sus propias investigaciones, que tienen que
sacrificar su vida doblemente para tener que recibir cualquier tipo de justicia
si es que viene eventualmente, para combatir la impunidad y la corrupción en
los sistema de justicia penal necesitas integral esta ley con un buen sistema
de protección a las victimas.
También necesitas refugio para mujeres, centro de
atención a victimas especializados en violencia de género. Y esto significa que tiene que existir
especialistas que necesitan ganar un buen salario para que puedan dedicarse
tiempo completo a las victimas.
Es decir, hay una corriente
mundial que la sociedad ha creído que las mujeres además de ser parte integral
de la transformación del mundo, tenemos que sacrificar nuestras vidas. El
fenómeno de la madre Teresa. Es decir, solamente podemos ser reconocidas o
transformadoras sociales cuando estamos sacrificando nuestra vida, nuestra
integridad y nuestra salud en aras de los demás. Estas concepciones
absolutamente judeocristianas, de la mujer sacrificada. Lo que el feminismo
propone es todo lo contrario. No vamos a sacrificarnos por el mundo, ni hombres
ni mujeres. Lo que tenemos que hacer es políticas y ser pro paz; y ser pro paz
significa cuidarse a si misma, tener un buen salario, defender los derechos
laborales, a la salud y la vida sin violencia que integre incluso la felicidad.
Entonces cuando creas una buena
ley integral contra la violencia de género, lo que estás haciendo es tomar
todos los aspectos que involucra el fomento de la violencia en el ámbito
social, entonces toma la educación primaria y educas a los niños con los
valores de la igualdad, reconociendo las diferencias, pero primero tienes que educar
a los profesores porque traen taras brutales sobre la violencia, son
maltratadores casi naturales en las mayorías de las escuelas públicas del
mundo. Hay mucho sexismo desde los adultos. Tienes que hacer otra vez un
abordaje integral y multidisciplinario y en la transformación de profesorado
vas a tener una transformación del alumnado de otra manera no lo podrás lograr
nunca.
Y ya no podemos seguir hablando de
la prevención. La prevención para los gobiernos en general es un tema que ha
caído en la patología absoluta. La prevención la gente cree que es ir a
hablarles a las personas sobre los problemas que las personas conocen de si
mismas y de su entorno y sin darle herramientas. Hay que hablar de la
provención y la provención implica no solamente la explicación del problema
sino un diálogo entre iguales, entre las personas incluso con los niños sobre
los problemas sociales y las habilidades y capacidades que tenemos para
transformar esos problemas.
Lydia Cacho es perseguida por su trabajo como periodista, tras revelar redes de trata de mujeres. Foto: Fundación Lydia Cacho/Facebook. |
Todas las formas de violencia
surge de la desigualdad y bueno, por supuesto el racismo es otra
expresión de desigualdad, y el sexismo es la madre de todas las desigualdades. Pero
las leyes sobre violencia contra la mujer o de género parecen, por la
experiencia, ser solo papel al momento de examinar los hechos. No se
producen las leyes en el vacio. Nadie, ningún político, ni un diputado, ni un
presidente pueden sustraerse de la realidad sin hacer una transformación individual.
Entonces, cuando queremos
transformar el sistema de justicia penal en cualquier país esto tiene que pasar
por una transformación de los individuos. Por la provención. Cuando las
autoridades en este mundo patriarcal y verticalizado dicen que la sociedad debe
transformarse deben demostrarlo. Tú no puedes tener a un líder político
diciendo que las leyes se transformar cuando no tenemos un abordaje integral.
Sin congruencia no se puede abatir ninguna crisis social y menos la de
violencia de genero. Por eso el sistema de justicia penal debe ser revisado y
no estoy hablando solo de las leyes, de los jueces, de los policías
investigadores…el tema de cómo se están abordando de manera parcial y aislada
todas las transformaciones en términos jurídicos.
Cuando hablamos de violencia
contra las mujeres no podemos abordarla única y exclusivamente desde lo social
atendiendo a las victimas, que es lo que hacemos en casi todo el mundo, o
judicial en el tema de la supuesta persecución a los agresores. Cuando tú
tienes solamente el dos por ciento de acusados encarcelados o sentenciados
tienes ya una incidencia brutal de impunidad. Y esa impunidad es producto de
valores culturales. Puedes tener en el papel las leyes, la tenemos en México y
tenemos índices de feminicidios brutales y es porque tenemos jueces que siguen
diciendo que las mujeres son culpables de la violencia que se ejerció sobre
ellas. Entonces no hay manera de forzar un proceso de reeducación social.
Tenemos que tener paciencia y con tiempo estamos perdiendo la integridad de
miles de mujeres, es una tragedia sin duda…pero la realidad.
También creo que los medios juegan
un papel importante en la reproducción de estos valores, en la reproducción del
lenguaje y que los periodista necesitan más capacitación en todo el mundo, con
respecto de que se habla y cómo lo decimos, porque mucha gente dice violencia
de género, muchos políticos. Pero qué significa. La mayoría de los redactores
en los periódicos creen que cuando dices violencia contra las mujeres creen que
es violación contra las mujeres. Entonces yo creo que ese es uno de los
factores fundamentales, la transformación social. Es la esencia de todo. Va a
ser lento, sí. Y a lo mejor no nos va a
tocar ver los resultados, también. Pero tenemos que hacerlo.
No lo hace desde la rabia, no lo
hace desde el enojo, sino desde la noción de que se tiene que transformar el
mundo desde una perspectiva más integral que incluya a todos los hombres, por
supuesto.
"Yo quiero ver al primer político dominicano que se pare frente a los medios y empiece a hablar de la explotación sexual comercial de las adolescentes dominicanas, que es un problema monumental".
¿Cómo has visto la participación política en el tema en República Dominicana?
Estamos en México en una situación
parecida a Dominicana. Nosotros también estamos en un proceso electoral bastante
microbiando con la corrupción, en la impunidad y los tránsfugas de todos los
partidos y la falta de responsabilidad autentica de los políticos en general.
Creo que todos los procesos
electorales en estos momentos en nuestros países están en una crisis esencial
en que ya se vale decir absolutamente de todo con el fin de llegar donde
quieren llegar al poder. Eso está claro. Me parece que no hay mucha discusión
ni análisis al respecto. Lo que si creo es que se necesita ejercer mucha más
presión al respecto sobre estos políticos, no importa de que partido sean, si
son de izquierda o de derechas. Lo importante es que tienen que comprender que
los derechos de las mujeres y las niñas no son negociables.
Yo quiero ver al primer político
dominicano que se pare frente a los medios y empiece a hablar de la explotación
sexual comercial de las adolescentes dominicanas, que es un problema monumental.
Es decir, a partir que en Estados Unidos pasan la ley en el año 2000 sobre la
explotación sexual comercial y el turismo sexual de los americanos y
canadienses, son fichados por el gobierno norteamericano y los agentes
migratorios. Ahora esos turistas vienen a nuestro países encontrando aquellos
países donde pueden. Tenemos una miríada de clientes de turismo sexual que están
viniendo para acá, buscando espacios nuevos, donde colonizar los cuerpos de
mujeres y niñas y Dominicana es un lugar de ellos.
Necesitamos que los políticos
hablen de eso. Que van a hacer para batir la trata comercial además de las
demás formas de violencia contra la mujer…y volvemos a la integridad. Tú no
puedes hablar de violencia contra las mujeres sino no hablas de la economía, ni
del bienestar sobre las mujeres. Si tu tienes un porcentaje elevadísimo de
mujeres que son cabezas de hogares, que no tienen espacio de seguridad que
darle a las niñas, que no tienen guarderías, además, tienen que trabajar más de
ocho horas, esos niños no tienen protección del Estado, no es que están
abandonos por sus madres, sino que están abandonados por el Estado y luego esas
niñas tienen altas probabilidades de caer en estas redes…entonces, ¿qué pasa
con la industrias hotelera dominicana? ¿Quiénes son los explotadores? ¿Qué pasa
con las reglas de turismo? ¿Van o no van a firmar los hoteles dominicanos un
código de ética contra la explotación sexual infantil?
Me parecen que esos son los temas
que volvemos a poner sobre la mesa. Me parece que tenemos que comenzar a
escuchar a los políticos hablar sobre estos temas. Quieren llegar al poder,
vivir del poder, esa es nuestra realidad política de la democracia electoral
que tenemos, porque no es una democracia real. En ese contexto tenemos que
exigirles mínimos y los mínimos serían en este momento la trata y la
explotación sexual de mujeres.
¿Ha invisibilizado el tema del feminicidio la realidad del abuso de
niñas?
Para nada. Para mi es
importantísimo que se hable de
feminicidios, que la gente entienda que es una tragedia nacional que las
mujeres estén perdiendo la vida por buscar su libertad o, simplemente, por ser
mujeres. Creo que hay que empezar a posicionar desde los medios y socialmente
estos otros problemas que también están integrados a la violencia contra las
mujeres.
La explotación sexual de las niñas
y las adolescentes en el contexto del turismo y la prostitución, que es la gran
industria del comercio sexual, también esta correlacionado con el abuso sexual
infantil. La mayoría de niños y niñas que encontramos en el mundo entero que
son victimas de las redes de sexo comercial fueron abusados en la infancia. Hay
ciertos patrones en que los niños normalizan el abuso que vivieron en el hogar
que lo pueden seguir resistiendo en el ámbito externos, y entonces en la medida
que no abordemos el abuso sexual infantil en los hogares no podremos afrontar
la trata de personas, porque se normaliza la explotación sexual desde los
hogares aunque no sea comercial.
¿Qué papel tendrían que jugar los hombres, de manera social,
participativa y educativa con este tema?
Los hombres juegan el papel en
blanco en este país. Son los hombres excepcionales que están tomando una
postura real con respecto a la violencia contra las mujeres. ¿Qué quiero decir
con postura real? Ser congruentes, es decir, asumir las batallas en conjunto.
No solamente ser sensibles de que tengo hijas y hermanas, que es el discurso
más tradicional que dan los hombres. Aunque no tuviera hermanos sería igual de
sensible ante la violencia contra los hombres. Entonces me parece que hay una
falta de compromiso y congruencia y que es vital.
La otra cosa, es que los hombres
que son sensibles ante la violencia contra la mujer y son incapaces de
ejercerla de manera cotidiana, son hombres que cuando se enteran que una mujer
cercana su primera reacción es de violencia. Esos hombres tienen que empezar a
preguntarse como pueden usar sus herramientas personales de indignación para
transformar la sociedad. Por supuesto que pueden indignarse, pero no pueden
seguir indignándose desde la violencia. La violencia no erradica la violencia.
Aquí, el programa que está
haciendo la Procuraduría de reeducación a los hombres, aunque es pequeño ha
tenido casos de éxitos. La mayoría de hombres que han estado en este programa
no han reincidido. Aquí tienen un elemento importante para darle seguimiento.
Pon tu dinero donde pone tus
promesas políticas. Si esta fiscalía y las personas especializadas que trabajan
con los hombres agresores no tienen recursos no solamente económicos, sino
materiales y humanos, ese esfuerzo importantísimo va a quebrar. Pero es un
esfuerzo importantísimo. Son dos buenos ejemplos a seguir. El mensaje cambia,
ese ejemplo hay que tomarlo como parte vital y incluirlo en una ley integral.
La nueva masculinidad debería estar integrada…porque no se puede solo trabajar
rescatando a las victimas sin trabajar con el victimario. Hay diferentes tipos
de victimarios. También tienen que incluir en esta ley integral el tema de la
trata de niñas y adolescentes y los clientes de prostitución. Necesitamos
estadísticas, quiénes son los clientes, qué sucede en Dominicana con la trata
de mueres, el perfil clientelar.
Foto Mari Resendiz. Fuente: Wikipedia |
De la investigación que hice para
Dominicana para Esclavas del Poder, que también hice en Venezuela y otros
países del Caribe, es que tienen un altísimo porcentaje que son clientes
dominicanos pero que pagan muy poco. Ellos no son los que le ponen la gasolina
a la industria del comercio sexual, pero si son quienes las sostienen
parcialmente. Ahora, el turismo sexual comercial, que es el que viene a dejar muchísimas
plata en dólares y en euros para la explotación sexual, ese turista ese perfil
tenemos que conocerlo. Lo que investigue es que vienen de Estados Unidos, de Canadá,
de España y Rusia, vienen cada vez más de Rusia. ¿Por qué vienen a Dominicana
estos clientes? Conocer estos hombres y mandar un mensaje claro, las mujeres
dominicanas no están en venta, ni las niñas. Este mensaje hay que enviarlo a
los políticos y a los medios también.
¿Y la mentalidad de las mujeres, la manera de criar con diferenciación
a hijos e hijas, qué tanto influye en estos procesos de violencia de género?
Hay programas que se están
haciendo en ese sentido en Dominicana, pero los recursos son pocos. Reeducación
de las mujeres pero con fondos de la Cooperación Española y otras ONG’s, es lo
que hablábamos, de la colonización de los servicios sociales, es otra vez esta
visión. Por un lado los políticos critican esta colonización pero no hacen nada
para erradicar esa colonización económica. A la medida en que los gobiernos
empiecen a invertir en sus instituciones que están haciendo la tarea que le
correspondería al Estado o por lo menos están colaborando con el Estado, en esa
medida las cosas van a cambiar.
Creo que es un tema central. Somos
todos, hombres y mujeres, victimas de estos clichés. Estos tabús los
reproducimos a veces sin darnos cuenta. Por qué las mujeres habrían de ser
todas feministas, por qué todas tendrían que comprender como criar en la
igualdad si nunca han vivido en ella. ¿Cómo puedes pedirle a alguien que eduque
desde la paz si creció a golpes? Lo que necesitas a comenzar a permear una
nueva educación. Tu no le puedes decir a una mujer tienes que educar a tus
hijos de una manera distinta, que tienen los hijos y las hijas responsabilidades
iguales, derechos iguales. Tú no puedes hacer eso si no tienes la colaboración
de tu comunidad y del Estado para entender que eso es una realidad social. Si
todo en tu entorno te dice que las mujeres sobreviven en este contexto y los
hombres en esto otro tu vas a reproducir el modelo imperante porque es la
manera de sustituir en el mundo y eso es cierto. Además, es cómodo para mí y
para ti. Yo fui educada así.
Mi madre, contrario a lo que papá
quería, se impuso su visión feminista. Las niñas van a hacer educadas con los
mismos derechos y responsabilidades que los varones…aquí nos tienes, acabamos
siendo normales. Tú no puedes pedirle a una mujer que cambie toda su vida y la
de sus hijos cuando la sociedad la castiga por cambiarlos.
Las feministas en muchos países
somos fustigadas socialmente, económicamente, en ciertos entornos, estamos en
la resistencia constante que es desgastante y a veces te pones triste, te
enojas. Cómo les pides a las mujeres que vayan a contracorriente cuando la
sociedad es de padres ausentes. Muchas mujeres educan en la desigualdad porque
son producto de la desigualdad. Y muchos hombres educan en la desigualdad con
su ausencia, porque en la desigualdad le han dicho a los hombres desde niños
que son dueños de lo público y que no son dueños de lo privado, lo que hacen es
seguir los valores del machismo porque así los educaron.
Todos somos producto
de la cultura. Estos hombres creen que tienen dinero en la cartera tienen
derecho a ser padres ausentes. Una niña que no ve a su padre y lo ve pocos días
a la semana aprende que ese señor es quien manda aunque no esté. Descubre que
ese señor tiene acceso a todos los derechos en la casa sin habérselos ganado.
Eso es educar en la desigualdad. Porque nos dicen desde pequeñas que tenemos
que ganar nuestros derechos, y a los niños que los ganan desde la violencia,
con la imposición del poder. Las dos formas son avasallantes. No enseñamos a
los niños el derecho al erotismo, de la intimidad a la emotividad, de la
expresión de sus emociones y tenemos cientos de hombres buscando sexo por paga
porque son incapaces emocionales.
En toda violencia sexual contra la
mujer hay una ruptura entre la intimidad y la apropiación y colonización de los cuerpos.
Mientras persistamos en discutir
el tema de la violencia contra las mujeres, incluyendo la sexual, solo desde el
ámbito de la penal, desde la persecución jurídica de los malos no vamos a
lograr absolutamente nada. Algunos malos en la cárcel, que eso es
bueno, pero luego que pasa con todo lo demás. No son castigos ejemplares,
porque hay que trabajar en el tema de la educación y tiene que ver con los
medios y eso nos los sabemos de memoria. A la medida que los medios sigan
cosificando a las mujeres de todas las formas posibles y no haya un contraste
nadie lo va a entender.
Tú no puedes decirle a la sociedad
que tiene que entender que hay otras formas de ser mujer si no se las muestras.
Si las televisoras no muestran programas de televisión con mujeres que pueden
ser hermosas pero que no están convertidas en objetos para el gozo del otro, la
gente no va a normalizar esa otra imagen. ¿Por qué nos miran a unas como las
heroicas? Eso es un absurdo. Como lo que yo hago, o lo que hacen aquí muchas
feministas lo hacen millones todos los días pero no son visibles. Es mejor
hacer una mujer excepcional, y las demás no lo son. Creo que todos los seres
humanos tenemos la habilidad y la capacidad de ser excepcionales.
Eso de los medios incluye también el tema de lo musical. Por ejemplo, aquí
tenemos una discusión desde hace años con el hip hop, ahora el dembow, el reguetton
y con los que sus letras dicen sobre el tema de género y vemos a los niños
bailando como adultos. ¿También es parte de la cosificación?
La trampa del patriarcado, del
mundo machista al que pertenecemos, nos dice que cuando hablamos de cultura y
hablamos de violencia en la cultura estamos hablando de censura y tenemos que
tener mucho cuidado y enfrentarnos a eso. No es cierto que estés hablando de
censura cuando estás hablando de la forma en que se reproducen ciertos valores
de violencia y se incita a valores de violencia a partir de ciertas
representaciones de la cultura. La literatura incluye.
En México hubo una
discusión brutal con este libro, que además es malísimo, “Memorias de mis putas
tristes”, de Gabriel García Márquez, porque quiso hacer una muy mala imitación
por cierto y lo que logró fue un esperpento. Hubo una discusión sobre esto y
los medios avasallaron diciendo que lo que se estaba intentando hacer era una
censura cuando era una crítica absolutamente válida de cómo se están
representando a las mujeres en este contexto.
Lo mismo sucede con el tema de la
música. Recientemente en premios en Estados Unidos se dijo que no se iba a
premiar este tipo de canciones, que traen contenidos que incentivan el
asesinato de las mujeres ¿Vamos a prohibir los discos? No. Lo que vamos a hacer
es acompañar a los chicos y chicas a escuchar y entender lo que eso significa.
Es decir, el desarrollo de herramientas intelectuales, emocionales y
personales para cuestionar lo que está
ahí. No podemos seguir siendo como la manada de borregos. Tampoco vivir desde
el patriarcado político que censura y dice esto no se escucha.
La plataforma de Artistas contrala Violencia está haciendo algo interesantísimo. Hace una charla con
estudiantes para mostrar como a través del arte de perpetua el sexismo y la
cosificación de las mujeres. Y la reacción de los jóvenes es monumental, les
cambia la forma de ver el mundo. Hay que empezar a hacer ese análisis, no desde
la demonización de la música. Vamos a analizarlo, vamos a escucharlo. En México
lo hemos hecho con rancheras de José
Alfredo Jiménez.
Lydia Cacho: “Si podemos salvar a una persona, por qué no podemos
salvar al mundo”
Lydia Cacho. Foto: Fundación Lydia Cacho/Facebook. |
En esta parte le preguntó sobre su
vida, sobre su trabajo, los riesgos que ha enfrentado.
Ha sido amenazada. Estuvo secuestrada. ¿No le parece demasiado riesgo?
Lo pienso continuamente. Digo, voy
ahora a cuidar mis gallinas, mis hortalizas y mi burro. Yo creo que es la
pasión por seguir viva. Le pueden poner precio a mi cabeza pero mi corazón no
está en venta. Es como los corazones que laten juntos. Cada vez que voy a un
país encuentro hombres y mujeres que piensan igual, que comparten la pasión,
que buscan transformaciones, y que también están cansados, que también lloran y que también se entristecen por la situación
pero han decidido seguir adelante.
Pues yo siento que nos encontramos
en el sufrimiento y en las lágrimas, pero también en las alegrías y en la
felicidad y en el amor, y para mí es muy importante.
Desde niña he sabido que los
derechos no lo deberíamos ganar a pulso, deberíamos tenerlos naturalmente y
asumirlos con responsabilidad. Y uno de nuestros derechos es definitivamente al
amor, a la felicidad, a la intimidad. Y eso yo lo resguardo muchísimo, para mí
mi vida emocional es importantísima. La alimento todos los días.
Creo que haber resistido todo, el
encarcelamiento, la tortura, la violación. Todo lo que he resistido, y ahora
estas últimas agresiones y amenazas de muerte tiene mucho que ver con una
preparación que he tenido. Tengo más de 20 años haciendo yoga, nutriendo mucho
mi vida espiritual, que no religiosa, y por supuesto gozando los afectos. Vivir
día a día, y decir ahora estoy aquí y
estoy viva. No se mañana, pero aquí mientras esté voy a disfrutar lo que hago.
Voy a encontrarme con una situación más que una experiencia vital
importantísima.
"Creo en los pequeños logros en las grandes batallas, definitivamente. Y es en lo que me enfoco".
¿Cuándo decidiste tomar este compromiso? Más allá de la vocación usual
de los periodistas, la curiosidad, de dar voz a los que no tienen voz…
Yo creo que es una suma de
experiencias y no una decisión de un día para el otro. Es una suma desde la
adolescencia, definitivamente. Vivir en un contexto de desigualdad, da
opciones. O te rindes ante la desigualdad y te conviertes en parte del sistema,
o te resistes al sistema y descubres tus propias herramientas. Yo las descubrí
en la adolescencia. Primero me rebelé con mucha violencia y tuve muy claro como
es mi lado oscuro y que podría en vez de ser una defensora de los derechos
humanos, ser muy buena sicaria. Es decir, podría irme a Suecia a comprarme las
mejores AK47 y con eso acabar con los malos. Pero he decidido no hacerlo. Estoy
convencida que la violencia es una elección que hacemos todos los días y la no
violencia también y yo elegí la no violencia porque es lo sano para mí, es lo
que a mí me da paz interior, es lo que creo que verdaderamente nos permite
transformar la comunidad, el entorno.
La violencia no solo nos hace daño
a nosotras, sino también a todo los que nos rodea y siempre viene de regreso,
de una forma u otra. Y eso lo tengo muy claro.
Cuando yo comencé a hacer
periodismo, mi madre era feminista y yo vengo de ese contexto. Mi manera de ver
el mundo, mi perspectiva –que ahora la llamo perspectiva de género- la tenía
desde niña y simplemente era una herramienta con la que crecí y la comencé a
utilizar en el periodismo y curiosamente la vida también me ha llevado ahí. Yo
empecé de reportera iba a cubrir asuntos, supuestamente de economía en la zona
maya, en Quintana Ro. Las mujeres no me querían hablar de dinero, economía o
trabajo, me querían hablar de la violencia que estaba viviendo. Pues también la
vida me llevó por ahí. Son estas causalidades.
¿Cómo sobrevivió todo esto?
Yo diría que a partir de mi encarcelamiento,
que Cristina y la plataforma estuvieron muy cerca de mí en ese momento, y...
(hace una pausa). Lo único que yo recuerdo con toda claridad, que se convirtió
en una convicción de todo peso cuando estaba siendo torturada y pensé que me
iban a matar, fue justamente que eso había valido la pena. Y tiene que ver con
el profundo agradecimiento a seguir viva. Estoy profundamente agradecida de
seguir viva. No con los malos, con los que me torturaron, no con los que me
encarcelaron, sino con el resto del mundo que me salvó. Las agrupaciones de
mujeres, mis colegas de los medios, toda la gente que se movilizó para que saliera viva. Y es una muestra
fehaciente de que las cosas pueden cambiar. Si podemos salvar a una persona,
por qué no podemos salvar al mundo. Y creo que es una de las cosas que me mantienen
siempre cuando me estoy dando por vencida, cuando me agoto.
¿Qué sentimientos tienes de que las personas involucrada en tu caso
sigan políticamente tan vigentes?
Creo en los pequeños logros en las
grandes batallas, definitivamente. Y es en lo que me enfoco. Cuando yo escribo
un reportaje, cuando escribí “Esclavas
del poder” nunca creí que por seguir a todas las mafias más importantes del
mundo de trata de mujeres iba a lograr que las encarcelaran. No soy tan ingenua
ni tan soberbia. Lo que creí que ese libro podría ser una herramienta útil para
que comprendamos y desmitifiquemos el poder de los tratantes y entendamos que
son parte de una cadena de redes sociales que van fomentando…redes sociales de
la vida real (risas)…estas pequeñas cadenas de seres humanos que deciden vender
y comprar a otros seres humanos. Era lo que quería lograr con ese libro. En ese
contexto fue que hice mis libros anteriores, con todos, incluido “Demonios del
Edén”, que fue que me llevó a la cárcel.
En toda esa historia, que tenemos
ya comprobado que hay 22 servidores públicos implicados en mi tortura y
encarcelamiento e intento de violación en la cárcel. Tenemos un logro
fundamental frente a estos dos 22 casos de impunidad y es que el líder de este
banda, Jason Carcuri, acaba de recibir hace unos meses la sentencia de 112 años
de prisión. ¿Qué significa esto? Es una sentencia histórica en Latina América,
la primera en México, por pornografía infantil y por explotación sexual
comercial, por trata de niños y niñas para el turismo. Esa sentencia lo que
hace es sentar un precedente para cualquier otro que pretende hacer eso. Eso es
un logro monumental y me emociona muchísimo.
Cuando el juez federal para
anunciármelo, nadie lo sabía, fui a su oficina y me anunció la respuesta, yo
iba con una de las abogadas de la coalición, y me pidió que llamara a las niñas
y llamamos a las jovencitas que fueron niñas cuando fueron abusadas. Creo que
fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida. Yo lloraba, el juez
lloraba, todo el mundo lloraba. Claro, porque las niñas lo que dijeron fue “ya
podemos seguir con nuestras vidas adelante”, con mucha alegría. No había
sentido de venganza, que es lo que yo he aprendido de ellas. La mayoría de las
niñas a quienes yo entreviste me dijeron “yo te voy a contar mi historia si me
prometes que no le va a pasar a otro”. Y
eso a mí me hizo conectarme, como periodista, con esta sensación de que la
justicia no es venganza sino reinvidicación de los derechos y protección de los
otros y las otras.
No queremos que estén en la cárcel
para vengarnos de ellos. Yo, no. A mí no me interesa la venganza. A mí lo que
me interesa es que los demás van a estar protegidos de este tipo de agresiones,
y que tenemos que encontrar los medios para que la sociedad este protegida.
Entonces, sí, es uno contra veintidós, pero vale la pena.
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Esta fue la única foto que guardo de aquella entrevista, tomada con el móvil.
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Esta fue la única foto que guardo de aquella entrevista, tomada con el móvil.
2 comentarios:
Argénida, me parece excelente que la entrevista no haya seguido guardada porque ahora tenemos estos medios para compartirla. La he leído en su totalidad y me parece que es importante que no se vea este asunto como una lucha solamente de mujeres. Los hombres debemos usar nuestro privilegio a favor de una sociedad más justa para las mujeres (tengamos hijas o no, como dice ella). Es una pena que no se publicara por lo menos un compendio de los temas que ella discutió sobre la situación en República Dominicana.
Víctor, primero, gracias por leer toda la entrevista. Y sí, el enfoque que hace de incluir al hombre me parece esencial.
Su visita a RD, por un asunto que no entiendo mucho, no fue muy reseñada, al menos en lo que me fijé. No te miento que me medio deprimí cuando vi el desinterés por su publicación, la de esta entrevista, quizás por eso simplemente la dejé de un lado.
Por eso amo los blogs, por eso le doy calor a estos espacios alternativos que te permiten ampliar tu ejercicio como periodista. Si algún día no puedo seguir trabajando en un medio, pues seguiré por aquí.
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