viernes, 5 de abril de 2013

Día noventa y tres. Ser periodista




Ser periodista.

Este día me agarra con un desgano de ser periodista.

Tengo una entrevista sin terminar desde hace un año, una Alemania que contar, y ideas que no me cuajan en la cabeza.

Hoy recuerdo a Vianco Martínez, creo que lo llamaré. Tiene esa capacidad de pulir esas pequeñas historias que tienen grandes verdades. De enseñar que ser periodista va más allá de trabajar en un medio.

Para darme ánimos en esta época de egos bautizados con N (yo me entiendo), de justificaciones para "buscársela", de temas intrascendentes, de periódicos que se niegan a las crónicas, del vigente "declaracionismo", de bajos salarios...decidí leer ese texto bonito de Gabriel García Marquez: "El mejor oficio del mundo"...y que dice algo que quiero recordar siempre.

"La sección más delicada y de gran prestigio era la editorial. El cargo más desvalido era el de reportero, que tenía al mismo tiempo la connotación de aprendiz y cargaladrillos. El tiempo y el mismo oficio han demostrado que el sistema nervioso del periodismo circula en realidad en sentido contrario. Doy fe: a los diecinueve años -siendo el peor estudiante de derecho- empecé mi carrera como redactor de notas editoriales y fui subiendo poco a poco y con mucho trabajo por las escaleras de las diferentes secciones, hasta el máximo nivel de reportero raso".

...y que me recuerda algo que no quiero olvidar

el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad. Nadie que no la haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente.
Lo pueden leer entero aquí.

2 comentarios:

Víctor Manuel Ramos dijo...

Hola Argénida. Leí esto ayer, pero no llegué a comentar. Entiendo como periodista lo que dices, pero a la vez lo contradigo en este sentido: ser periodista no es solamente trabajar para un medio (especialmente en estos días), sino emplear el lenguaje y las formas audiovisuales para acercar a quienes lo reciben a una experiencia de la verdad. Eso puede ser más difícil de lo que debería ser en las corporaciones que venden la noticia, pero no dejamos de ser periodistas al salir o entrar de ellas y, por tanto, esto es más una cuestión de actitud ante la vida: de no dejar de ser curiosos, de hacer preguntas, de averiguar y de buscar la manera de transmitir lo aprendido (esto, por ejemplo, es periodismo). Nosotros somos los que tenemos que transformar nuevamente el oficio. Dicho esto, también es buen síntoma sentirnos descontentos con lo que está mal. Eso es preferible a dejarse llevar por la corriente.

Argénida Romero dijo...

Gracias por los ánimos.

Coincido contigo en que un periodista no lo es por estar en un medio. Mis blogs son eso que soy fuera de un medio: una periodista bajo mi propia firma. Por eso en el post mencionó a Vianco Martínez. Hace unos años, en medio de otro desencanto laboral, él me enseño esto que me mencionas y desde esa época lucho por mantener mis blogs y debatir en Twitter.

La corriente en está época es bastante turbia y engañosa.

Abrazos