martes, 7 de enero de 2014

Cojeras del periodismo

"Sean simples pero no se pretendan inocentes". Arbitraria, Leila Guerriero


Nada es perfecto. Nadie es perfecto. El periodismo no lo es tampoco, ni los periodistas. Sin embargo, se supone que en esto de ser periodista se asume un sentido común de ética y acción ante el oficio (carrera?), ante los medios, ante nosotros mismos.

Obvio que antes de ser periodistas somos ciudadanos, personas...sujetos. Somos subjetivos. Por eso, el sentido común de ética nos dicta que ante los hechos lo mejor es apegarnos a los datos, evidencias, testimonios y la narración de las circunstancias. Esto para aminorar ese sujeto actor que somos. 

Y es cierto que el medio está, con sus intereses. Pero fuera de todas las cortapisas que nos imponen, hay una ética que vale por lo que somos ante los medios, ante la sociedad desde nuestro oficio (carrera?)

¿A que viene esta reflexión? Ayer una periodista compartía en su muro de Facebook una noticia relacionada con la muerte de varios recién nacidos en la unidad prenatal de la maternidad San Lorenzo de Los Mina. La causa atribuida al hecho fue un apagón de seis horas. La nota que publicó tenía un error en el dato del número de bebés fallecidos. Decía siete. La cantidad denunciada es de seis. Precise el dato y...la periodista se molestó.

Me dijo de que no importaba que fueran más o menos de esa cantidad porque el hecho de su muerte es la manera que aseguran murieron. ¿Precisar un dato resta importancia al hecho? 

Hoy, una periodista, editora de una sección en uno de los periódicos más importantes del país escribe una columna de opinión que tituló "Más respeto al regalar a los periodistas". Pensé que tocaría ese tema espinoso, que no debería serlo, de la relación del periodista con su fuente...pero no. Para mi gran sorpresa y decepción, la periodista reclama obsequios de sus fuentes en Navidad porque "ya está bueno de que al periodista se le trate como si fuera un pordiosero que se conforma con cuántas chucherías aparecen por ahí".

"Ya no más agendas, ya no más artículos personalizados, promocionales, ni más obsequios que distan mucho de la personalidad de quien los recibe", exige la indignada periodista.

No somos perfectos, como nadie lo es. Somos sujetos, y por tanto subjetivos. Cojeamos. Pero es demasiado tomar el palo y golpearnos la pierna para quebrarla.

PD. Antes este blog se llamaba "De la vida y sus demonios". Pero luego de dar algunas vueltas a las cojeras de esta carrera-oficio, y luego de leer la serie "Libertad de presión" sobre la decadencia del periodismo escrito en la revista Orsai número 13, decidí cambiar el nombre de este sitio dedicado a examinar y compartir eso, la vida y los demonios de un periodista. 


3 comentarios:

Carolin Guzmán dijo...

Nuestros ojos leen cosas que nuestra mente se pregunta ¿Pero, de verdad ella dijo eso? ¿Ella lo pensó antes de plasmarlo?
Me parece increíble que se reclame por algo que no deberia ser un tema ni de discusión y mucho menos de ser planteado. Es grave la cojera :S

Argénida Romero dijo...

Muy grave Carolin, muy grave. Ese texto me dejó un mal ánimo, una decepción tan honda. Y me sorprende más que algunas periodistas (ninguno hombre) han salido a la defensa de esta opinión desatinada en las redes sociales.

Darío Martínez Batlle dijo...

Me alegra muchísimo que hayas escrito esto, primero porque tienes muchísima más autoridad que yo para hacerlo, pues compartes profesión (¿oficio? ¿carrera?) con la Quéliz. Y segundo, porque enfocas la cosa desde el punto de vista periodista-fuente, y eso es algo que no abordé.

Creo que tú misma dijiste en otro lado (y corroboro totalmente) que un periodista serio devolvería los regalos. Yo quizás idolatro mucho a Don Rafael Herrera, pero cuando leí eso de "devolver regalos" me lo imaginé a él, incojonao, devolviendo todo y editorializando sobre esa "frescura".

Mientras tanto, como simple ciudadano de a pie, me alivia coincidir contigo en este tema. :)