Foto: Miguel Rojas |
Otra cosa difícil es sortear los prejuicios de los que son parte de la historia que investigas y quieres contar. Me explico, la de tratar con manos de seda a alguien cuyas posiciones rayan casi en el discurso de odio, en la conspiración, la xenofobia y la paranoia, pero que son un vehículo para poder llegar a los protagonistas de un caso que sales a investigar.
En estos días me tocó la experiencia. Y de verdad que es incomoda. Si le rispostaba a esas personas me cerrarían las puertas al caso. Tampoco puedes convertirte en protagonista de un espacio que corresponde a los afectados, a las víctimas.
¿Es necesario aguantarse el deseo de poner a raya a alguien que parece querer venderte un discurso y cree que tu investigación, nota o crónica será usada para su propaganda, propósitos, o ideologías? En muchos casos sí, porque si estás consciente de las intenciones de esa o esas personas, sabrás, desde la honestidad intelectual que te plantees, hacer un trabajo que esquive esa presión.
Supongo que muchos creen que ser periodista es todo emoción, y todo viene fácil, y se te abren todas las puertas, pero no, menos cuando lo que quieres contar es incómodo y un elemento de interés de otros.
Pero se puede sortear, y lograr hacer periodismo, de ese que aporta, que da herramientas a la gente, que expone lo que necesita ser expuesto. Lo necesario: abrir los ojos y ser crítico de uno mismo y de lo que te rodea.
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