viernes, 24 de octubre de 2008

Día cuatro. Intensiones


Reza un viejo adagio (perdonen el cliché) que “de buenas intenciones está trillado el camino al infierno”. He conocido ese tipo de intenciones. En apariencia parecen buenas, pero el fondo dista de esa cualidad. Lo aparente nos hace emocionarnos ante ellas y al final nos llevan a un lugar que posiblemente tratábamos de evitar.

En varios momentos de nuestra vida hemos tenido que afrontar las consecuencias de las “buenas intenciones”. También nuestro país ha vivido de intenciones aparentemente buenas, con resultados concretamente tormentosos.

¿Recuerdan la capitalización de la Corporación Dominicana de Electricidad? ¡Qué momento! Primer gobierno del PLD. Todas las buenas intensiones en la mesa. Se acabaron los apagones, pensamos casi en unísono. Hasta muchos de los opositores a la idea dieron su sacrosanta aprobación.

Pero…las intenciones no eran tan buenas como pensábamos. Generación de electricidad privada y sus medalaganarias acciones, por un lado. Mientras, de las tres distribuidoras de electricidad dos son estatales (Edenorte y Edesur) y la otra (Edeeste) es de capital mixto. Entre todos estos actores: deudas e intereses. El resultado final: apagones.

El punto más difícil son los generadores, que apagan plantas eléctricas porque no tiene combustibles, o porque no les pagan, o por averías en sus plantas (esas son las excusas más socorridas). Pero los contratos de estos generadores con el Estado tienen un elemento bastante perturbador: se les paga aunque apaguen sus plantas. ¿No debería pagarles la electricidad que producen? Monto de la deuda a los generadores según lo afirmado por la CDEEE: US$364.90 millones.

A este “arroz con mango” se le suma también una cultura de no pago por el servicio eléctrico, alimentada desde hace décadas y que ahora es difícil de cambiar, pues ¿cómo se puede exigir a alguien que page una factura eléctrica tras sufrir 15 horas de apagones? Otra arista: los combustibles y sus costos…mucho por donde cortar.

Definitivamente no es un problema simple, pero su complejidad se gesto con los años. Hace cuatro décadas atrás, me confirma mi abuela, la situación estaba presente y latente. Gobiernos van, gobiernos vienen y los apagones continúan.

Las intenciones para solucionar este neural problema también vienen y van con los gobiernos. Al parecer solo han servido para trillar un tormentoso camino a un infierno de “bombillas apagadas”. ¿De qué intenciones estaría trillado el camino que nos lleve a un cielo con electricidad? En tanto, el camino sigue lleno de buenas intensiones.

P. D. El primer teclaso de este post se hizo hace tres días. El último lo logré en la computadora de mi trabajo. La razón del este tortuoso proceso: los apagones.

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